Este sábado 9 de agosto, decenas de miles de personas salieron a las calles de Tel Aviv y otras ciudades israelíes para exigir el fin de la guerra en Gaza y la liberación de los rehenes que aún permanecen en poder de Hamás, un día después de que el Gobierno aprobara un plan para ampliar la ofensiva militar y tomar la Ciudad de Gaza.
Los manifestantes portaron pancartas, banderas y fotografías de los cautivos, mientras coreaban consignas dirigidas al primer ministro Benjamín Netanyahu. “Si invade partes de Gaza y los rehenes son asesinados, le perseguiremos en las plazas, en las campañas electorales y en todo momento y lugar”, advirtió Shahar Mor Zahiro, familiar de un rehén asesinado, en declaraciones a medios de comunicación.
El Foro de Familias de Rehenes y Desaparecidos estimó la asistencia en alrededor de 100 mil personas, aunque las autoridades no ofrecieron cifras oficiales. Periodistas en el lugar reportaron que la concentración superó a manifestaciones recientes.
La protesta se desarrolló un día después de que el gabinete de seguridad diera luz verde a una operación a gran escala para tomar la Ciudad de Gaza. Netanyahu defendió la decisión en redes sociales, asegurando: “No vamos a ocupar Gaza, vamos a liberar Gaza de Hamás”.
Sin embargo, potencias extranjeras y organizaciones humanitarias han insistido en la necesidad de un alto el fuego que permita el regreso seguro de los rehenes y la entrada de ayuda a la Franja. Según el Ejército israelí, de los 251 rehenes capturados durante el ataque de Hamás en octubre de 2023, 49 siguen en Gaza, incluidos 27 que habrían fallecido.
La Autoridad Nacional Palestina calificó el plan israelí como “un nuevo delito” y pidió medidas internacionales urgentes para detenerlo.
En la llamada Plaza de los Rehenes, en el centro de Tel Aviv, las emociones oscilaron entre la indignación y la desesperación. “Mi marido sigue en Gaza, no sé si está vivo... Cada hora cuenta”, expresó entre lágrimas Lishay Miran-Lavi, esposa de un cautivo. Otros asistentes, como Ron Bassin, residente de un kibutz cercano a la frontera, defendieron la necesidad de retomar el diálogo y buscar una solución de dos Estados.
Las movilizaciones del sábado fueron las primeras tras el anuncio del plan militar y reflejan la creciente presión interna sobre el Gobierno israelí, que enfrenta protestas recurrentes desde hace 22 meses de conflicto.