El pasado 13 de octubre, Nicole, una menor de 12 años, fue hospitalizada tras sufrir una brutal agresión por parte de sus compañeras en la Secundaria Alfonso Caso Andrade 324, ubicada en la alcaldía Tláhuac, luego de que las autoridades escolares ignoraran los reportes previos de acoso, según denunciaron sus familiares.
Los hechos ocurrieron la tarde del lunes 13, cuando Nicole, estudiante de primer grado, fue golpeada en dos ocasiones por un grupo de alumnas de segundo y tercer año. De acuerdo con los testimonios, entre las agresoras habría familiares directos de otras estudiantes de la misma institución.
La familia aseguró que Nicole había reportado el bullying con al menos 15 días de anticipación, pero ni prefectos ni docentes atendieron la denuncia.
La menor fue trasladada al Hospital General de Tláhuac, donde permaneció internada por múltiples contusiones y daños en el tracto digestivo. El 20 de octubre, fue dada de alta, de acuerdo con información de la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México (AEFCM).
La Autoridad Federal Educativa en la Ciudad de México (AEFCM) informó que actuó de inmediato conforme a los protocolos oficiales, brindando diálogo, mediación y atención a las alumnas involucradas. Mantiene comunicación con ambas familias y colaborará con las autoridades. El 20 de octubre acudió al plantel personal de la Unidad de Atención a la Mujer, Acoso y Situaciones de Integridad (UAMASI), integrado por abogadas y psicólogas, para atender el caso con rigor y sensibilidad.
En los últimos cuatro años, el número de niñas, niños y adolescentes víctimas de acoso escolar y ciberbullying pasó de 5 a 7 de cada 10, según datos recientes. El problema se agravó durante y después de la contingencia sanitaria de 2020, ya que entre 2022 y 2023, con el regreso a clases presenciales, las situaciones de violencia escolar en planteles públicos y privados aumentaron hasta un 90% respecto a años anteriores.
Con 270 mil casos de acoso escolar auditados en México, el país ocupa el primer lugar mundial, seguido por Estados Unidos y España. Aunado a ello, la Ciudad de México registró un incremento de 12% a 15% de casos, de acuerdo con especialistas de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México (CODHEM).
Ante el agravamiento del bullying en la CDMX y otros estados, en entrevista con la psicóloga y especialista en sexualidad infantil y juvenil, Elia Guillermo, quien explicó que las secuelas psicológicas en las víctimas de acoso escolar, si no reciben acompañamiento integral, pueden derivar en problemas de manejo emocional, ansiedad, depresión y, en casos graves, conductas de riesgo como el cutting o incluso suicidio.
Guillermo señaló que el acoso escolar tiene un origen multifactorial, aunque el entorno familiar suele ser un detonante en la conducta de los agresores. “Cuando en casa se normalizan formas de resolver conflictos mediante la violencia, es muy probable que los menores reproduzcan esos patrones en el entorno escolar”, puntualizó.
Las redes sociales y su inmediatez han propiciado una falta de tolerancia a la frustración. La violencia estructural, (como la marginación o la pobreza), y la violencia cultural (como el machismo) son factores que condicionan el ambiente de la persona agresora. Si la familia promueve o castiga de manera violenta, condiciona el crecimiento y el control de estas conductas.
La corresponsabilidad ante los casos de bullying recae en tres actores: la familia, las autoridades escolares y las personas agresoras. A partir de los doce años, las y los jóvenes son considerados menores en conflicto con la ley, por lo que puede haber repercusiones por el acoso; sin embargo, estas no se están aplicando debido a la falta de sensibilidad y a la deficiente implementación de los protocolos escolares.
Aunque los lineamientos del Protocolo de erradicación del acoso escolar en educación básica (preescolar, primaria y secundaria), Escuela Libre de Violencia. son adecuados, los docentes no están debidamente capacitados, y los protocolos se debilitan en la práctica, afirma la especialista. En el caso de Nicole, donde presuntamente familiares golpearon a la menor, se refleja la problemática familiar de las agresoras: la violencia como método para resolver conflictos, lo que reproduce y normaliza la agresividad.
Elia afirma que una de las razones por las cuales muchos profesores no intervienen o ignoran los casos de acoso es la falta de sensibilidad y el miedo a actuar frente a situaciones de violencia sexual, física o cibernética. Muchos docentes no se sienten protegidos por una autoridad escolar competente y temen represalias de los familiares. La solución, sostiene, es aplicar correctamente el protocolo de acoso escolar de la SEP y garantizar la capacitación pertinente al personal educativo.

Un profesor, en caso de ser testigo o ser informado de una situación de acoso escolar, debe salvaguardar su propia integridad física y la del menor agredido, además de comunicar el hecho directamente a los padres o tutores de ambas partes involucradas, agresor y agredido. Cuando una víctima se atreve a levantar la voz, es indispensable aplicar el protocolo de inmediato, ya que ha superado el miedo a hablar.
Los compañeros testigos, aquellos que graban, observan o tienen conocimiento del hecho, también se vuelven corresponsables y pueden ser llamados como testigos o citados para rendir declaración sobre los actos de agresión.
La especialista enfatizó la importancia de enseñar desde la infancia resolución pacífica de conflictos, manejo de emociones y diálogo familiar, y en la adolescencia fomentar reflexión sobre la violencia y convivencia empática