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  • 01 May 2023
  • 17:05
  • SPR Informa 6 min

Tiempos de Zopilotes

Tiempos de Zopilotes

Por Jenaro Villamil Rodríguez

Política es tiempo, suele decir Andrés Manuel López Obrador para ilustar la importancia de los momentos y las circunstancias en el quehacer público. Hay tiempos de transformación, tiempos de sucesión, tiempos de cerrar filas y mantener la unidad de la amplia coalición de fuerzas que forman parte de la llamada Cuarta Transformación. Esos son mensajes que constantemente lanza el presidente de la República en sus conferencias matutinas, en sus discursos y en sus intervenciones en las giras.

Sin embargo, también hay tiempos de zopilotes. Estas aves, caracterizadas por sobrevolar los cadáveres, es símbolo de la actitud carroñera porque se alimenta de esa descomposición provocada por la muerte real o deseada de alguien.

En política, los tiempos de zopilotes se definen por la obsesión tanática por eliminar, neutralizar, paralizar o desaparecer físicamente al titular del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, al que amplios sectores de la otrora élite mediática, informativa o periodística consideran un adversario de sus intereses, un presidente al que constantemente devalúan y subestiman.

El último episodio de estos tiempos de zopilotes se registraron desde el pasado domingo 24 de abril, cuando circularon durante más de dos horas versiones sin confirmar, sin fuentes claras e identificables y mentiras abiertas sobre un presunto ataque cardiaco del presidente durante su gira por Mérida, Yucatán, para supervisar los trabajos del Tren Maya.

A la cabeza de este zopilotaje se colocó el Diario de Yucatán que se dedicó a ventilar todas las versiones que pudieron captar en un ambiente de intenso morbo: que se desmayó, que tuvo un infarto, que lo trasladaron de emergencia a una base militar, que les decomisaron sus teléfonos a todos los posibles testigos.

Sin el menor rigor, sostuvieron estas versiones a pesar de que el mismo presidente de la República, al filo de las 16:00 horas había subido un tuit para informar su estado de salud:

“Ni modo, amigas y amigos, salí positivo a COVID19. No es grave. Mi corazón está al 100 y como tuve que suspender la gira, estoy en la Ciudad de México, y de lejitos festejo los 16 años de Jesús Ernesto. Me guardaré unos días. Adán Augusto López Hernández encabezará las mañaneras”.

El texto contiene la suficiente información oficial para ser consignada y desmentir las versiones que se sucedieron antes y después:

No hubo “presunto” infarto ni “presunto” traslado de emergencia ni lo llevaron a ninguna base militar.

A pesar de la claridad de este tuit muchos otros comunicadores y columnistas con cuentas en Twitter difundieron en esta red y también en sus cortes informartivos digitales que habían “otras versiones” que hablaban de su ingreso a terapia intensiva (¿quién podría redactar un tuit en terapia intensiva? Esta pregunta obvia nunca se la hicieron); que hay un intento de ocultar el “quinto cateterismo” que le realizaron al presidente de la República, conocedores como somos todos los mexicanos que hace casi 10 años, en 2013, el actual primer mandatario sufrió un ataque al corazón; que hay algo que “ocultar”.

Los tiempos de zopilotes se caracterizan por la especulación y el desprecio a las propias versiones presidenciales sobre su estado de salud. Priorizan la sospecha, la duda y la mendacidad de las versiones más rocambolescas, bajo la justificación de que existía un “vacío informativo”.

Después de tres días de intensas especulaciones, de menospreciar la información ofrecida por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, por el secretario de Salud, Jorge Alcocer, y por la propia doctora Beatriz Gutiérrez, esposa del presidente, sobre el estado de salud de Andrés Manuel López Obrador, la intensidad y la persistencia de las mentiras, exageraciones, inferencias y especulaciones se transformaron en un auténtico carnaval de la peor manera de manosear con la incertidumbre.