Pronósticos infernales

En febrero del año pasado, el excandidato presidencial panista, Ricardo Anaya Cortés realizaba una ácida crítica al gobierno del presidente López Obrador y su desempeño en materia económica, calificándolo como un “desastre”. En aquellas fechas, el queretano publicó en su cuenta de Twitter un fragmento del debate presidencial que sostuvieron los candidatos en 2018 y en donde él advertía que se replicaría lo que dijo fue un fracaso del gobierno del tabasqueño en la Ciudad de México, pero ahora en el gobierno de la república.

Esta estampa es y ha sido la constante de la narrativa de una oposición que no ha cesado de pronosticar el fin del país y las apocalípticas consecuencias de las medidas que ha adoptado el gobierno del presidente López Obrador. Vacía de contenido, carente de banderas y sin autoridad moral para defender principio alguno, la derecha, en plena diáspora, no ha acatado sino solo a apostar su estrategia a las críticas ad nauseam a las definiciones que se toman en Palacio Nacional.

A esta visión catastrofista, se le han sumado los pronósticos de organismos internacionales que en el régimen neoliberal defendían y daban consistencia a las medidas ortodoxas adoptadas en materia económica. Ancladas en modelos econométricos, las proyecciones realizadas por los operadores de estas instituciones han servido a la oposición para dar la relativa “solidez intelectual” de una cita al pie de página, a lo que es una llana y burda acción propagandística.

No han sido pocas las veces en lo que va de la actual administración federal en las que instancias como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial han tenido que revisar sus expectativas con relación al comportamiento de indicadores como el Producto Interno Bruto para el caso de México, haciéndolo al alza. Tan sólo en días recientes, el primero de estos organismos subió su expectativa de crecimiento para 2023 de 0.9 a 1.7 por ciento.

Resulta destacable además que el propio Instituto Nacional de Estadística y Geografía, presentará en las próximas horas el dato definitivo del crecimiento económico para 2022 y es previsible que este se ubique en el orden del 3.1 por ciento, cifra superior a la que la propia institución pronosticó apenas en otoño y que se ubicaba en 2.1 por ciento. Dato relevante que da cuenta de la recuperación que vive la economía nacional, pero intrascendente para los agoreros opositores quienes fracasan nuevamente en sus profecías.

El cambio en los principios que guían a la política económica que trajo consigo la Cuarta Transformación, representan una afrenta para el modelo neoliberal que de forma arrogante se asumía como el único con todas las respuestas frente a los grandes desafíos que plantea el desarrollo económico del país. Cuestionado por los resultados del llamado “humanismo mexicano”, mismos que tienen que ser evaluados a la luz de la coyuntura de la pandemia y la transición que vive la globalización; el modelo neoliberal lanza, en sus últimos alientos, pronósticos infernales.