A mediados del mes mayo, la Secretaría de Economía dio a conocer que durante el primer trimestre del año, México captó flujos de inversión extranjera directa de 19 mil 427.5 millones de dólares, dato que no es menor, representa un alza del 63.7% si se compara con en el flujo del mismo periodo del año pasado. Usted, estimado lector, ¿estaba al tanto de esta información, o se quedó con la que dice que México se convertirá en Venezuela y que los inversionistas extranjeros no están interesados en traer su dinero a nuestro país?
Lo de Venezuela –vaya usted a saber bien a bien qué signifique- es desde hace rato lugar común en el breviario desinformativo nacional, al que se suman satélites narrativos infodémicos, como aquel que canta una estampida de inversionistas en México. Ambos temas son altamente recurridos en conversaciones sociales o familiares, así como en las tradicionales sobremesas de domingo que reúnen a la familia y en las que tías, sobrinos, primos y demás invitados llegan, en algún momento de la reunión, al tema de la 4T y con él al Presidente López Obrador; hora de la reunión familiar en la que -le aseguro- con lamentos llenos de angustia más de uno vaticina la llegada de un “caos” nacional ante el panorama de crisis que nos pone “peor que nunca” frente al supuesto de que “nadie quiere invertir aquí porque el gobierno ahuyenta a los extranjeros para que lleven su dinero a otro lado”, algo que rematan con el clamor de que “se está militarizando al ejército”, sí, “como en Venezuela”.
Si usted ha padecido esas conversaciones cuyas fuentes alejadas de la realidad se pronuncian como dogmas y en las que por más que se intenta debatir y exponer que las cosas no son como las pinta el discurso hegemónico, el fanatismo de quien repudia, por cuestiones de credulidad más que de conocimiento, nubla la razón hasta el punto de que no hay manera de dialogar, por ello estimado lector, le presento los siguientes datos -ojo que no interpretaciones- con las que posiblemente se mejore el nivel de debate.
Mientras desde la trinchera de quienes utilizan la desinformación como herramienta de golpe blando se acusa de una supuesta ausencia de políticas económicas al afirmar que el gobierno de México no es capaz de generar confianza para promover la inversión, 1,807 sociedades con participación de capital extranjero, 1,306 contratos de fideicomiso, y 15 personas morales extranjeras invirtieron capital en nuestro país entre enero y marzo de este año.
¿Por qué no se habla de que la inversión extranjera directa se ha concentrado en un 24.2% en las manufacturas; 19.4% en medios masivos; 17.2% en servicios financieros; 15.3% en transportes, 5.8% en minería? Debido a que hay a quienes no les conviene, o al menos eso creen, que al país avance. Resulta extraño escuchar a la “opinología ilustrada”, esa que alguna vez se puso el traje de “crítica del poder” al mismo tiempo en que la tela y manufactura de ese ropaje salía de las billeteras de ese mismo poder, afirmar con vehemencia que México aleja a sus inversionistas y que la relación con Estados Unidos está en enorme riesgo ante el rechazo de nuestros vecinos del norte de seguir invirtiendo en nuestro país.
Le digo que extraño porque nada más hay que aventarse un clavado en los números - y no las opiniones- que muestran otros datos, entre ellos que, por país de origen, de la inversión extranjera directa en México recibida durante los primeros tres meses del año Estados Unidos ha aportado el 39.1% de los más de mil 400 millones de dólares recibidos.
Los agoreros se quedan sin elementos para sostener los presagios de desastres que quisieran que sucedieran, y es que por más absurdo que lo anterior pueda resultar, son muchos los que tienen el deseo de que las cosas salgan mal. Podríamos pensar que cuesta trabajo el entender cómo un mexicano, más allá de sus preferencias y repudios en política, puede desear que al país le vaya mal, algo totalmente ajeno al sentido común, pero al hacer un poco de memoria lo anterior no resulta tan descabellado, recordemos como durante décadas quienes hoy desinforman despojaron desde el poder a la nación y a sus habitantes de absolutamente todo hundiendo al país en la miseria.
Ellos desean que no exista inversión extranjera, que la población sufra la carencia de lo más elemental, que no se construyan obras que generen desarrollo, que exista caos en el espacio aéreo, que se devasten las selvas, que el dólar se vaya hasta las nubes, que no se subsidien los combustibles y que el precio da la gasolina sea algo que de plano no podamos pagar, ¿por qué?, debido a que si todo eso sucediera entonces se abriría, ante el fracaso de un proyecto que los sacó del poder, la posibilidad de regresar a él para entonces recuperar la riqueza mal habida a través de contratos irregulares, concesiones chuscas, millones en chayote, exenciones de impuestos y demás chanchullos que a partir de la actual administración se han eliminado.
Es por ello que construyen cortinas de humo con las que distraen la conversación para llevarla a donde esté más alejada de aquello que no quieren que sea sabido, como lo es la estrategia con la que se busca combatir la carestía y enfrentar la inflación ante una situación de crisis mundial, maniobra que ha sido reconocida en otros países como una herramienta para enfrentar con antelación un riesgo en materia alimentaria, pero que, paradójicamente, ha sido fuertemente criticada al interior de nuestras fronteras por los mismos que ocasionaran que el campo mexicano dejara de trabajarse, lo que orilló a miles de campesinos a dejar sus tierras para convertirse, los más afortunados, en trabajadores de la construcción u obreros, y la mayoría en desempleados con trabajos informales y esporádicos.
Ante evidencia como la que le presento, y las embestidas infodémicas acompañadas de cortinas de humo que cotidianamente nos atacan, queda clara la necesidad por parte de la ciudadanía de estar enterada sobre la situación del país en distintos ámbitos, y con ello la urgencia de construir un juicio crítico que logre hacer a una lado filias y fobias para entonces tener a la verdad como elemento de construcción de opiniones y posturas, y dejar de apuntalarlas sobre quimeras neocoloniales de agoreros neosalinistas.