París y el salto con doble garrocha

La XXXIII edición de los Juegos Olímpicos ha comenzando, tomando como casa temporal a la “Ville lumière”, donde se han dado cita unos 10,714 atletas de 206 naciones bajo la luz de llama olímpica, símbolo de la aventura prometéica, de la libertad y la verdad en manos de la humanidad a través de la luz del fuego; ese fuego desciende del olimpo e ilumina a todas las naciones que, mediante la justa deportiva comparten al mundo un mensaje de honor, esperanza, fraternidad y paz. O al menos es lo que se dice. 

El 24 de febrero de 2022 el mundo se despertó con la noticia de una maniobra militar por parte de Rusia al interior de las fronteras ucranianas como acto mayor dentro del teatro del Euromaidán, desatando una crisis de altos vuelos a nivel diplomático, militar, alimentario y económico como no se veía desde la Guerra Fría. La reacción occidental no se limitó al suministro de equipamiento militar desde el paraguas de la OTAN para con Ucrania, o las sanciones económicas contra Rusia, sino que la tierra de los zares también fue objeto de bloqueos por parte de la comunidad deportiva internacional. 

Tras la intervención militar en Ucrania, Rusia fue vetada de justas deportivas de gran impacto mediático, como la expulsión del patrocinio de Uralkali en Haas F1 Team y el consecuente remplazo de Nikita Mazepin de la parrilla de Fórmula 1, o la suspensión que ha impedido a Rusia jugar la Eurocopa y por supuesto, el exilio de la bandera rusa dentro de los Juegos Olímpicos.

Tras la invasión en Ucrania, a Rusia se le acusó de haber violado la tregua olímpica, una reminiscencia de los antiguos juegos olímpicos y que se implementa desde los años noventa en respuesta a las guerras yugoslavas. El señalamiento observa que, si bien, el régimen de Putin espero a que finalizaran los Juegos Olímpicos de Invierno para la acción bélica, no se tomó las mismas precauciones con los Juegos Paralímpicos. Hasta ahí todo parece estrictamente justificado, pero…

Al año siguiente del conflicto bélico eslavo, el 7 de octubre de 2023 Israel emprendió también un ataque directo contra Gaza y a casi diez meses de distancia, ni Hamás ha sido neutralizado (que era el pretexto para invadir Gaza), y en cambio sí han muerto casi de 40 mil personas, incluidos niños. De hecho, Noticias ONU del 13 de marzo de 2024 dan cuenta que en tan solo cinco meses de ataques han muerto más niños en Gaza que en todas las guerras de los últimos cuatro años. ¿La cifra? Al menos 12,300 según el Departamento de Asuntos Políticos y Consolidación de la Paz de la ONU.  

¿Y la tregua olímpica? Si bien es cierto que Palestina llega a París con dos atletas más que los que estuvieron en Tokio 2020, el Secretario General de la Federación Palestina de Medios Deportivos, Mustafa Siyam, ha denunciado que Israel ha asesinado a 300 deportistas palestinos y destruido más del 90% de las instalaciones deportivas en Gaza. ¿Se ha cumplido la tregua de siete días antes del inicio de la jornada olímpica y siete días posteriores a los juegos paralímpicos? La realidad es que el llamado que hizo Antonio Guterres el día de la inauguración de los juegos olímpicos, pidiendo “silenciar las armas en Ucrania y Gaza” no hizo eco; al día siguiente Israel ya había atacado una escuela que servía como albergue, matando a 30 personas. 

¿Y las sanciones? La verdad es que Occidente ha hecho poco (mejor dicho, nada) por detener el genocidio, y lejos de medir con la misma vara, a Israel sí se le ha permitido desfilar con su bandera a través del río Sena y en las arenas olímpicas de París. 

Tras las máscaras de liberté, egalité, fraternité, sororité y otros tantos ité, se esconde un rostro de hipocresía que se niega a dar la cara al dolor humano, evadiendo el clamor de justicia mientras exalta la frivolidad de la cultura del reviente. ¿De qué sirve, pues, bañarse en discursos de tolerancia, libertad e igualdad para con las minorías, si a la patria de esa minoritaria delegación de atletas no se le hace justicia por no coincidir con las características de la eurósfera? ¿Dónde, pues, la libertad para Palestina asediada por Israel? ¿Dónde, pues, la igualdad, si a Rusia se le excluye y a Israel se le condona, si a Ucrania se le consuela y Gaza se le relega? ¿Dónde, pues, la fraternidad, si se pretende acallar las protestas contra el genocidio durante la ceremonia olímpica? ¿Dónde, pues, la sororidad, si se guarda silencio frente a las más de 10 mil mujeres asesinadas en Gaza? ¿Acaso tales valores son derecho exclusivo de los pueblos denominados blancos?

Mientras el Olimpo mira hacia otro lado, la ciudad de la luz ha perdido su brillo. La comunidad olímpica ha entrado en la arena a saltar con doble garrocha, desnuda, en el vulgar exhibicionismo de la doble medida, de la doble moral. Con todo y eso, no falta pueblo, pueblo de a pie, pueblo que se aposta entre las gradas para reclamar frente a las cámaras de la transmisión internacional ALTO AL GENOCIDO EN PALESTINA.