A excepción de Morena, desde 2014 ninguna organización política nacional se ha consolidado como una fuerza capaz de alcanzar el poder. Los nuevos partidos políticos creados a partir de ese año no representaron una alternativa política para la ciudadanía y desaparecieron. Este fue el caso del Partido Humanista, Encuentro Social, Partido Encuentro Solidario, Redes Sociales Progresistas y Fuerza por México, que años después de obtenido su registro no alcanzaron una votación del tres por ciento exigido por la ley, lo que dio lugar a su desaparición legal.
Fuerzas políticas que han intentado obtener su registro como partidos representan a grupos que en el pasado tuvieron la oportunidad de gobernar y fracasaron. Es el caso de México Libre, agrupación encabezada por el expresidente Felipe Calderón y a la que fue negada el registro por utilizar un mecanismo de financiamiento que impedía identificar el origen de los recursos a través de los cuales desarrollaba sus actividades.
En la actualidad, se ha anunciado la intención de crear un nuevo partido político con políticos desgastados, sin propuestas ni ideologías claras, unidos únicamente bajo el discurso de ir en contra de toda acción del gobierno de Claudia Sheinbaum. Así, el pasado noviembre el llamado Frente Cívico Nacional, encabezado por Guadalupe Acosta Naranjo, manifestó que esta agrupación buscará formar un partido político impulsado por la “Marea Rosa”, que aunque digan lo contrario, intentó ser la plataforma a través de la cual el Frente Amplio por México compitió en 2024 y fue derrotada estrepitosamente por millones de votos.
Sin una organización territorial sólida, será difícil para los nuevos partidos políticos acreditar los requisitos legales para constituirse como partidos, que consisten en la celebración de veinte asambleas en las entidades federativas con más de tres mil participantes en cada una o de por lo menos doscientas en los distritos electorales del país con una participación de mínimo trescientas personas.
Sin duda, es necesaria una oposición capaz de captar y organizar el descontento con las acciones del actual gobierno, pero esta debe surgir acompañada de nuevas propuestas y nuevos rostros que permitan creer que no representan más a aquellos que fueron expulsados del poder mediante el voto de millones de ciudadanos en 2018 y 2024. De no hacerlo, su fracaso está más que anunciado.