Mujica, más que un amigo, un maestro.

Siguiendo los pasos de Magallanes me he embarcado en un viaje por el Río de la Plata y sus provincias, principalmente Brasil, Argentina y Uruguay. Mi objetivo no es el de conquistar nuevo mundo, pues he nacido muy tarde para eso. El objetivo de este viaje fue conocer a un amigo de correspondencia, a alguien con quien he intercambiado cartas desde hace ya algunos meses y en el he encontrado a un maestro, pues su forma de pensar se asemeja a la de un servidor; en las cartas le he platicado todo lo que a ustedes no puedo contar y me ha respondido letras que, por pundonor, quedarán solamente en mi memoria y corazón. El nombre de este amigo es un nombre común, su persona es lo fuera de serie, José Mujica le nombraron sus viejos "Pepe" así le decimos todos.

Nada de esto pudo haber ocurrido sin la ayuda de la señora Raquel, su particular, con quien desde hace meses he consagrado una relación de amistad, pues mi cariño y admiración por ella es enorme, una mujer capaz, valiente y humilde de corazón. Gracias a ella conecté con "el Pepe", a Raquel todo mi cariño.

Volamos Centroamérica El Salvador, Panamá, eventualmente cruzamos el Ecuador, donde una zona de turbulencia nos dio la bienvenida a América del Sur, imagino esa sacudida es la bienvenida al otro lado del mundo, donde todo es distinto, mientras nosotros luchamos con el frío invierno ellos sufren el calor de verano, un mundo al revés, o quizá nosotros seamos los volteados, todo depende de la perspectiva con la cual se mire. Hicimos escala en Sao Paulo, Ciudad enorme, llena de edificios, pero no más poblada que nuestra amada capital. Después de una buena escala que permitió a un servidor conocer volamos y llegamos a Montevideo, Uruguay, la provincia rebelde que de eso no tiene nada, en ella he descubierto gente maravillosa. Uno de los atardeceres más hermosos ahí lo puede encontrar estimado lector, no tan lindo como mi natal Tabasco, pero maravilloso a su manera. Una ciudad moderna llena de nostalgia, tanto abunda la nostalgia en sus calles que hasta tienen un día feriado llamado así "el día de la nostalgia", antes denominada la Suiza de América, nunca falta el Mate, tampoco sobra el tango, pues, como dije hace unos meses, es música para quienes estamos acostumbrados a perder con honor y el uruguayo recuerda los tiempos antiguos con orgullo, esperando un futuro inevitable mientras observa la vida pasar sobre una Rambla bañada por el Río de la Plata. Entre sus calles, sus museos y el teatro Solís unos ojos verdes se han quedado parte de mi corazón, no se puede vivir sin amor y no se ama sin vivir.

Gracias a Raquel conocí los rincones del poder legislativo Uruguayo, como premonición de futuro de un poder ejecutivo que se asomaba. El. Último día y como final de película conocí al maestro Mujica, en una condecoración que las Naciones Unidas le otorgaban por mediar la paz en Colombia.

La Universidad Nacional de aquel país fungió como punto de encuentro, conocer a un personaje histórico en un lugar lleno de historia. Haciendo alarde de una puntualidad que lo caracteriza se presentó, aquel hombre con quien he intercambiado recados por meses al fin se encuentra frente a mí, le di la mano para salir del coche, mientras un "vos sos el joven mexicano" salía de su garganta. Un hombre reforzado de un aura distinta, a lo largo de mi joven vida he conocido personajes históricos, pero nunca había visto algo así. Un viejo fuerte, sabio, un guerrero calmado por los años, así como el coronel Aureliano en sus días de vejez. Un aura llena de fuerza lo recubre mientras una mirada que transmite paz lo presenta. Pude conocer a su señora, Lucía, una mujer llena de amor, cuya sonrisa ilumina a todo quien la ve y una voz que no conoce el odio. Tuve a bien llevar un regalo desde México, un abanico para ella y una copa Maya para él, cosa que les encantó pues son amantes de la cultura Maya. En un abrazo nos fundimos Pepe y yo y con un beso en la mano, haciendo alarde de caballerosidad, me despedí de la señora Lucía. Sobre la plática no les puedo contar, pues hay cosas que se deben callar y morir en nuestros corazones. Solamente les diré una cosa, fue una experiencia tan maravillosa como cruzar América. Tan asombrosa como conocer a tu yo del futuro.

Estimado lector, espero se encuentre bien, uno por acá se encuentra que es ganancia, esta vez los saludo desde San Telmo en Buenos Aires y, como es costumbre, para no perdernos les dejo esta columna quincenal. Hasta el momento que nos volvamos a encontrar me despido, no sin antes emular al gran Buendía y decir "A lo dicho dicho"