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  • 06 Dec 2023
  • 10:12
  • SPR Informa 6 min

Misoginia electorera     

Misoginia electorera     

Por Uziel Medina Mejorada

Son 4 millones de años, los que estiman los científicos; 4 millones de años habrá tomado la evolución de la especie humana, de los cuales, los últimos 35 mil o 40 mil han tenido por resultado la especie más avanzada y única sobreviviente de esa línea evolutiva de homínidos: el homo sapiens. La nomenclatura científica no deja lugar a dudas sobre la cualidad principal de esta especie; es el “hombre que piensa”, es el homínido que se destaca por su capacidad racional. Si acaso han transcurrido cerca de 2 millones de años desde que el homínido aprendió a caminar erguido sobre la tierra hasta poder realizar la misma hazaña en la luna ¿Cómo es que la especie sapiente aún sigue siendo tan estúpida? 

Ya durante los años de la Segunda Guerra Mundial, Dietrich Bonhoeffer reflexionaba sobre el motor de la maldad sistemática de ese homo sapiens, concluyendo que la estupidez es el factor que conduce a las personas hacia la crueldad, la cual se manifiesta a través de actos cometidos sin previa evaluación de sus consecuencias, de ahí que sea más peligrosa que la maldad misma.

El año electoral ha comenzado formalmente, aunque la carrera por los cargos públicos arrancó mucho antes, y como ya es costumbre, la pasarela de aspirantes, suspirantes y sus respectivos aplaudidores, más pronto que tarde se engalana de estupideces, algunas tolerables en el circo de la ambición vulgar, mientras que otras definitivamente lastiman a la sociedad. La misoginia electorera es una de esas manifestaciones de involución tanto del homo sapiens como del zoon politikón. 

A nadie le resulta ajeno que en la palestra política se viertan expresiones sexistas como derramamiento de alcantarilla, pero sorprende que sea precisamente en este tiempo, luego de tantas batallas en las calles, en los recintos legislativos, en los órganos de formación política de los partidos y aún en las redes sociales, batallas por erradicar la conducta misógina, y se siguen imponiendo como narrativa en el debate como recurso argumentativo. 

Las emancipaciones logradas por el feminismo son innegables, la lucha emanada de las mujeres en pro de la igualdad de derechos y el combate a la violencia ha hecho cada vez más visibles los cimientos antipáticos sobre los que se yergue el sistema social opresivo en función de género. El reconocimiento de derechos, acceso a la justicia y el establecimiento de nuevas reglas de competencia igualitaria han desatado por un lado la animadversión de los sectores más misóginos, mientras que, en el bando de los oportunistas, el feminismo se ha convertido en una herramienta de propaganda de moda. El camino hacia la justicia se encuentra con nuevos obstáculos. 

Ejemplos de ese fakeminismo hay varios y variados, quizá el más escandaloso ha sido el de Denise Dresser quien un día sí y otro también se cuelga de las manifestaciones del movimiento y se colma de discursos feministas las mismas fauces con las que ha violentado a la precandidata de MORENA a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum Pardo, a quien acusa de “no ser nadie sin Andrés Manuel López Obrador” y “ser copia, ser calca” del Presidente; o a la Diputada Federal Andrea Chávez a quien involucró en “un tema de faldas” con el otrora aspirante presidencial y ex Secretario de Gobernación, Adán Augusto López. Si tal estigmatización ya es de por sí deleznable, lo es aún más al tratarse de una figura pública del ámbito académico y con amplia cobertura mediática. 

Si las “lavadoras de dos patas” ya era un exceso en la ingobernable lengua del tristemente célebre ex presidente Vicente Fox, su participación en la campaña de Xóchitl Gálvez le ha significado un enorme lastre a quien fuera directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de su administración, primero por atacar a la ex Jefa de Gobierno de la Ciudad de México por su supuesto origen racial, y luego por llamar “dama de compañía” a Mariana Rodríguez, titular de Amar a Nuevo León, por su participación en las aspiraciones de su esposo Samuel García Sepúlveda en busca de la candidatura presidencial de MC.    

Si bien, de los casos anteriores ya han procedido sanciones y hasta cancelaciones de cuentas de redes sociales, además de que las personas aludidas han respondido a tales manifestaciones de violencia de género, el daño moral no se borra del imaginario y las diatribas hacen eco entre los sectores más conservadores y misóginos del país, reproduciéndose en cuantas plataformas se presten por parte de simpatizantes y hasta militantes del conservadurismo. De esto da cuenta el portal Capital Político que el 12 de octubre de 2023 publicó una nota donde destaca que Claudia Sheinbaum recibe seis veces más ataques machistas que Xóchitl Gálvez, destacando mensajes de personajes afines al Frente de Claudio X. González.

Pero la violencia política de género no solamente germina en el odio de la derecha, a veces, los grupos que se presumen progresistas la practican o propician las condiciones para que se ejerza. Ejemplo de ello fue el manejo irresponsable de la designación por parte de la dirigencia de MORENA para la candidatura a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Y es que, cualquiera que haya atestiguado el evento en la Arena México y que haya platicado con la militancia, Clara Brugada Molina era la preferida de las bases para encabezar la candidatura al poder ejecutivo de la capital del país. La sincronía de referentes en la Ciudad para desmarcarse de ella y sumarse con el ex secretario de Seguridad Ciudadana no bastó y la voz en el recinto de la lucha libre fue contundente. Con todo y eso, se llevó a cabo un proceso sumamente desgastante en la supuesta encuesta que ha puesto sobre la precandidata única a la Jefatura de Gobierno un lastre que no solamente afecta a la ex alcaldesa de Iztapalapa, sino a toda mujer que alcance postulación a cargo de elección popular por acción afirmativa. Sin medir consecuencias, la dirigencia del partido oficial regaló a la oposición un discurso misógino, el de “las juanitas”, el de la falta de mérito, y a la fecha no ha hecho lo conducente para enmendar el error que, a ojos de Bonhoeffer se nombra estupidez. Sí, la irresponsabilidad de partido también deriva en misoginia.

Salvo capricho del destino, es un hecho que en México habrá Presidenta, 71 años de voto femenino después. La conquista es importante, pero la tarea por erradicar la misoginia es monumental y hasta el momento, ni en las esferas políticas ni mediáticas parece haber un compromiso real, más allá del discurso propagandístico, de acabar de una vez por todas con las violencias que se ejercen contra las mujeres, de acabar contra esa manifestación de la estupidez.