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  • 19 Sep 2023
  • 09:09
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Inde-pendiente

Inde-pendiente

Por Uziel Medina Mejorada

La madrugada del 16 de septiembre de 1810, desde el atrio de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, atestiguó el nacimiento de la Primera Transformación de México, la Independencia, encabezada por el cura Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, conocido también como “Padre de la Patria”.

La Independencia fue resultado de una serie de acontecimientos sociales, políticos y económicos que sacudieron al continente americano, teniendo como resultado la separación de la Hispanoamérica del Imperio Español y la construcción de una nueva identidad nacional y continental a partir de los ideales liberales de la Ilustración. Entre los antecedentes se cuentan la desigualdad producto de los estamentos novohispanos, la crisis política de las reformas borbónicas y las influencias de las reformas liberales de corte burgués en Estados Unidos y Francia.

El levantamiento de Los Insurgentes de 1810 fue el segundo intento por traer libertad a la Nueva España. Le antecedió la fallida misión del irlandés Guillen de Lampart, quien pretendía liberar a los oprimidos novohispanos haciéndose pasar por hijo de Felipe III de España, lo que le valió la muerte en la hoguera tras ser juzgado por el Santo Oficio por su conspiración, pero también por cargos de “hechicería” y “pactos con el diablo”; Cosas de conservadores.

La rebelión de 1810, si bien, tampoco podía presumir mucha organización, fue mucha más efectiva, gracias al llamado del sacerdote que fungió como un auténtico líder social, ganando de inmediato el apoyo que el resto de conspiradores no había logrado obtener en las tertulias. El cura nacido en la Hacienda de San Diego Corralejo cultivó entre las comunidades indígenas la enseñanza de oficios como la apicultura, vinicultura, cerámica y crianza de gusano de seda, además de presentar obras de Moliere, así como estudiar y compartir los ideales de la ilustración, lo que da cuenta desde cuándo el liderazgo social se construye desde la base popular y no desde el coloquio de “alcurnia”.

La primera transformación de la vida pública de México trajo consigo una serie de paradigmas que pretendían romper con todo viso de la opresión colonial hispana y procuraba un nueva dimensión social y política para el mosaico cultural que era entonces la Nueva España. El primero de ellos fue la declaración de la abolición de la esclavitud por parte de Miguel Hidalgo, con la cual se pretendía dejar atrás la concepción de personas de primera y de segunda, y así reconocer la igualdad entre toda persona a partir del sagrado derecho a la libertad. La segunda, con una gran relevancia, serían los Sentimientos de la Nación”, proclamados por José María Teclo Morelos Pavón y Pérez, cimientos del constitucionalismo mexicano.

Culminada la guerra de Independencia, la nación mexicana transitó por largo camino hacia la configuración de su propia identidad, comenzando con la instauración del Primer Imperio Mexicano y su consecuente adopción del republicanismo, hasta la Reforma, Segunda Transformación que, entre otras cosas, se enfrentó y derrocó la instauración del Segundo Imperio Mexicano (extranjero) y separó a la Iglesia de los asuntos civiles. Fue precisamente a través de estos dos periodos que, la identidad mexicana se pretendió forjar lejos de la influencia española. Uno de los espacios de expresión cultural más representativo de este episodio fue la gastronomía, adoptando la cocina francesa, polaca y austrohúngara dentro de la cultura culinaria mexicana. Durante el Porfiriato se hizo más fuerte el afrancesamiento y se radicalizó el desprecio por lo nativo, teniendo como ejemplo la teoría dietética de la raza de Francisco Bulnes, quien, desde un enfoque darwinista, promovía la supremacía racial a través de la cultura alimentaria, ponderando el trigo sobre el maíz, señalando al segundo como un alimento inferior por ser base alimentaria de los pueblos originarios.

Ya con la Tercera Transformación, esto es, la Revolución Mexicana, se comenzó a reconstruir la identidad nacional, reconociendo el papel central de la población indígena en los procesos de transformación social, así como de la clase obrera y campesina; se expandió a través del muralismo y la arquitectura una cosmogonía de la mexicanidad a partir del uso del color, la textura, el material y la representación del mosaico cultural mexicano enriquecido por la diversidad.

No obstante, las primeras décadas del Siglo XXI han significado para México un conflicto de identidad cultural, auspiciado por la homogenización neocolonialista que instauró el neoliberalismo, haciéndose notar el desprecio por la mexicanidad desde las esferas donde se expresan las clases medias-altas. El fenómeno “Mexico is the shit”, interpretado por unos como un insulto y por otros como un halago, o el “Mex I Can”, famoso tras el sismo de 2017, esconden un proceso de desarraigo cultural, donde lo mexicano no es “cool” si se habla “en mexicano”. Pero también la dieta es víctima de este fenómeno; mientras en 1980 el consumo anual per cápita de frijol era de 16 kilogramos, la estigmatización del frijol como “comida de pobres” ha contribuido a la reducción de su consumo hasta 9 kilogramos anuales per cápita, según datos de 2021. Esto nos haría recordar también aquel momento polémico en que las redes sociales se incendiaron por el escándalo de las doraditas (que no tlayudas) del AIFA, por ser de mal gusto para un aeropuerto internacional, puerta de México hacia el mundo.

Con la llegada de la Cuarta Transformación, las expresiones clasistas y mexicanófobas se han vuelto pan de cada día. El desprecio por parte de muchos individuos que se auto perciben como clase superior hacia el Presidente, no se fundamentan en la profundidad de sus políticas ni tampoco en el debate seriamente ideológico, sino en su concepción de “naco” por no hablar inglés, su acento tabasqueño y su proximidad con los pobres.

Al inicio de la 4T, no fueron pocos los que amagaron con irse del país y no han faltado los apátridas que sueñan con la intervención armada de Estados Unidos en México para, según ellos, poner orden. De igual forma, con la reciente exposición de los avances en proyectos de infraestructura estratégica como la Refinería Olmeca, el Tren Maya y el Corredor Interoceánico, no han faltado los comparativos con otros países altamente industrializados gracias al colonialismo, sosteniendo la idea de que aquello que se hace fuera de México siempre es mejor.  A esto se agregan los clamores del conservadurismo por volver a los tiempos en que la Iglesia dominaba al Estado e imponía sus prejuicios por encima del derecho y del conocimiento científico.

Hace 213 años se inició el proceso de emancipación de la patria mexicana, hace 202 años nos consagramos como una nación independiente y, sin embargo, en el alma de los militantes del conservadurismo pervive el colonialismo. No cabe duda, la libertad no se adquiere solo por decreto, hace falta que el individuo interiorice y racionalice la libertad, y para ello, es necesaria la cultura, no solo como expresión, sino como política pública. Los procesos de transformación han otorgado la libertad a todas y todos los mexicanos, pero algunos, en la profundidad de su corazón, prefieren seguir siendo esclavos del supremacismo colonial. Su independencia está pendiente.