Elon Musk y la proeza de monetizar una red social

Tal como Elon Musk había rumorado hace unas semanas, días pasados se dio a conocer que la red social X, antes Twitter, empezaría a cobrar una cuota de un dólar anual a las cuentas creadas recientemente; según él, el pago de dicha cuota les permitiría a las nuevas cuentas la posibilidad de acceder a una serie de funciones que hasta el momento habían sido gratuitas, tal como publicar contenido, dar me gusta a publicaciones, repostear, responder, citar publicaciones. Hasta el momento, esta medida sólo tendrá lugar en Nueva Zelanda y Filipinas.

De acuerdo al propio Musk, esta medida tiene como objetivo luchar en contra de las cuentas automatizadas o cuentas bots, ya que gracias al cobro y a la verificación en dos pasos, se lograría disminuir la presencia de cuentas bot; sin embargo, no se necesita ser experto para notar lo falso y sin sentido que suena tal justificación, ya que en  realidad esta medida tiene como objetivo encontrar otra fuente de monetización para la plataforma.

En este punto no es un secreto que Elon Musk no ha podido encontrar la forma de estabilizar las pérdidas y ganancias de la red social, aunque para ser justos esta plataforma se encontraba en problemas financieros antes de ser adquirida por el empresario sudafricano, aunque sin duda el manejo de Musk no ha mejorado las finanzas de Twitter/X, sino al contrario.

No obstante, los problemas de financiamiento no sólo ocurren en esta red social, sino que es una constante en la industria de servicios digitales, especialmente de aquellas empresas que su modelo de negocio depende únicamente de la publicidad basada en datos.

El problema financiero en el modelo de negocios de las empresas digitales empeora conforme los monopolios de datos, publicidad y relaciones públicas aumentan su tamaño y capacidades; no hay que olvidar que los mayores actores de este mercado de publicidad son Alphabet/ Google y Facebook/Meta, un par de empresas que se han convertido en actores estructurales del sistema digital. Dicha importancia cuasi monopolística y estructural de las empresas les permite la posibilidad de seguir manteniendo el modelo de “gratuidad” a cambio de datos, aunque tal equilibrio es bastante frágil, ya que no sólo los monopolios de publicidad amenazan las finanzas de las empresas tecnológicas.

Además de la monopolización del mercado, las empresas digitales han contado con raudales de dinero fácil a modo de inversiones, el problema es que el dinero ya no está fluyendo como antes, sino que se está centrando en pocos proyectos que puedan generar nuevos mercados, que sean rápidamente redituables o que les permita aumentar su lugar en el mercado en donde participan, lo que se traduce en despidos masivos, poca inversión en proyectos novedosos y una falta de dinero generalizada para proyectos de innovación con dudoso retorno de ganancia.

Por otra parte está el costo de producción, manutención y funcionamiento, ya que todo servicio digital depende de infraestructuras y dispositivos tecnológicos, lo que implica diversos costos en recursos naturales, tal como en el caso de minerales o energía barata; el problema es que nos encontramos en un  proceso de transformación internacional, en donde el costo de ciertos productos puede variar bastante debido a tensiones internacionales, ya sea que una guerra suba el costo de los hidrocarburos o que una disputa comercial entre países genere escasez tecnológica a nivel mundial.

Sobra añadir que afortunadamente estamos aún en un proceso intermedio en donde buena parte de los los productos y servicios tecnológicos de las grandes empresas no son omnipresentes y necesarios, por lo que la monetización se vuelve un asunto preocupante para las empresas, ya que si introducen el cobro por sus productos, es muy probable que buena parte de sus clientes decida prescindir de tal producto o servicio al no ser una necesidad, mucho depende de las preferencias de los consumidores y si están dispuestos a pagar por un servicio que poco tiempo atrás era gratuito.

Este ejemplo puede verse más claramente en el caso de grandes modelos de Inteligencia Artificial como Chat-GPT, los cuales, pese a su fama, se han encontrado con enormes dificultades para monetizar sus productos; sin embargo, al tratarse de la tecnología de novedad, estos aún pueden sostenerse mientras el ritmo de inversiones se mantenga constante y en tanto que, empresas de infraestructura como Microsoft. sigan financiando el funcionamiento de tales modelos, como ocurre con OpenAI y GPT.

En conclusión, más allá de las medidas desesperadas que está tomando Musk para encontrar una fuente de dinero, esta acción es una muestra del futuro que nos espera si seguimos no sólo dependiendo crónicamente de la tecnología, sino si los gobiernos siguen terciarizando asuntos y espacios públicos a empresas y plataformas digitales; por lo que en algunos años podríamos estar obligados a pagar por publicar, ver contenido o entrar a algún sitio digital que impacte y se asocie a la esfera pública.