El periodismo en el Siglo XXI

Herbert Spencer en el libro El origen de las profesiones, dentro del capítulo dedicado al biógrafo, el historiador y el literato construye una imagen que puede servir de punto de partida para un análisis del origen y funciones del periodismo: “Si consideramos a un grupo de salvajes sentados alrededor de una hoguera en el campo y nos preguntamos cuáles serán necesariamente los asuntos ordinarios de su conversación, tendremos que respondernos que no sabrán hablar de más que de sus propias acciones y las de los demás durante la guerra y la caza”.

La imaginación nos permite dar mayor contenido a esa propuesta y suponer que se habrían aportado datos sobre quiénes estuvieron presentes en las actividades, con qué herramientas contaron, si hubo eventos que los sorprendieron, si se tuvo necesidad de responder de manera diferente a la habitual, y los resultados que se obtuvieron.

Los participantes en esa esa imaginada, pero muy factible reunión, cabría suponer que encontrarían una utilidad en narrar los acontecimientos, tanto para quienes participaron en ellos, como para quienes no estuvieron presentes, y es que al recrear lo sucedido tendrían elementos para tomar decisiones de diversa naturaleza sobre sus futuras acciones. 

Los periodistas Bill Kovach y Tom Rosenstiel señalan que las noticias satisfacen un impulso básico del hombre, una necesidad intrínseca de saber aquello que no se circunscribe a su experiencia directa, textos en los que se plantea que conocer lo que no podemos ver con nuestros propios ojos nos proporciona seguridad, poder y confianza. Estas sensaciones han hecho que la transmisión e intercambio de noticias resulte una actividad valorada para conformar y mantener una comunidad.

Thomas Friedman en su libro La tierra es plana, considera que a lo largo de la historia ha habido tres grandes eras de globalización. En la tercera, la que vivimos a partir del año 2000, el rasgo que le confiere su carácter es el poder de los individuos para competir a escala global y considera que la palanca que lo posibilita son los programas informáticos. 

Hay elementos que pueden ejemplificar este posicionamiento, basta tan sólo mencionar marcas como Java, Linux, Unix, Microsoft, Apple o los nombres de las personas que se asocian a éstas James Hosling, John Hall, Ken Thomson y los más famosos entre ellos, Bill Gates y Steve Jobs. La vida en nuestros días contiene cotidianas referencias a Twitter, WhatsApp, Facebook, así niños, jóvenes y adultos ocupamos estas herramientas como lo hicieron con las propias de su época quienes vivieron las dos anteriores eras de globalización y, yendo más atrás, nuestros ancestros como los hombres primitivos que señala Herbert Spencer.

En cuanto al ejercicio del periodismo, las herramientas informáticas permiten obtener imágenes de gran calidad, procesar textos de manera rápida y sin errores, así como transmitir esas imágenes y textos a la redacción de cualquier diario, agencia noticiosa, estación de radio o televisora de manera inmediata y sin embargo hay voces como la del prestigiado periodista e investigador Ignacio Ramonet que consideran que la calidad del trabajo de los periodistas se encuentra en regresión, al igual que su estatus social.

El mismo autor considera que: ver no es comprender, se comprende con la razón, no con los ojos o con los sentidos, y señala que el periodismo tenía una organización triangular donde se vinculaban el acontecimiento, el periodista y el ciudadano. De esta manera el acontecimiento era transmitido por el intermediario, es decir, el periodista que lo filtraba, lo analizaba, lo contextualizaba y lo hacía repercutir sobre el ciudadano. 

Para explorar las vías por las que es necesario hacer correr el trabajo periodístico en el siglo XXI debemos preguntarnos qué ha sucedido en esta cadena en la cual el ciudadano, destinatario final del trabajo periodístico no encuentra ya los elementos de utilidad que antes le aportaba. La respuesta parece ser que para alcanzar nuevamente un marco de credibilidad, utilidad y respeto de la profesión será necesario, desde luego utilizar todas y cada una de las nuevas herramientas que la ciencia y la tecnología pongan a la disposición del periodista, pero también se deberán aplicar los principios de veracidad e imparcialidad que prestigiaron la profesión. 

Para los periodistas del siglo XXI es pertinente tener en el horizonte una reflexión de Robert Louis Stevenson en su ensayo La moral de la profesión de letras “Hay dos razones justas para la elección de cualquier forma de vida: la primera es el gusto innato de quien elige, y la segunda es la utilidad superior del oficio seleccionado”.