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  • 25 Jan 2024
  • 17:01
  • SPR Informa 6 min

El mundo después de la Inteligencia Artificial

El mundo después de la Inteligencia Artificial

Por Ernesto Ángeles .

Seguramente al leer el título te habrás imaginado que este texto se trataba de otro escrito sensacionalista en donde se presenta a la inteligencia artificial (IA) como un producto autónomo que puede revolucionar el mundo; sin embargo, y siguiendo el ejemplo de muchas otras tecnologías paradigmáticas que han cambiado a la humanidad, este texto plantea a la IA como un sistema tecnológico, el cual se compone de una serie de elementos.

Lo anterior es importante dado que al imaginar el futuro de la IA se suele caer en un simplismo bastante burdo, aunque muy atractivo para vender, el cual se imagina la aparición espontánea de un producto que “cambiará todo”; aunque, en realidad, tal paradigma es imposible, dado que todos esos escenarios requieren de tecnología que dé soporte al producto final, por lo que los procesos de transformación son graduales. 

Para entender un poco más claro, es necesario pensar en el caso de los robots humanoides, el nuevo producto milagro sobre el cual se está especulando fuertemente; éste, como su nombre lo dice, requiere de un cuerpo robótico bastante capaz, así como de una IA lo suficientemente potente y adaptativa. Sin embargo, ambas tecnologías también requieren de una serie de elementos para llegar al potencial que presentan los gurús de la tecnología, tales como: baterías mucho más eficientes, potentes y baratas; materiales de producción más baratos y duraderos; modelos de IA más potentes; técnicas y arquitecturas de entrenamiento de modelos de IA más avanzadas; sistemas de refrigeración menos costosos y contaminantes; procesadores y otros semiconductores más pequeños y potentes… en fin, toda una serie de elementos que tienen que conjugarse para poder llevar a los robots humanoides a una producción masiva y ser usados en negocios y hasta hogares. 

Por tanto, ese prometedor/terrible futuro en donde los robots humanoides suplanten a miles de millones de trabajadores aún tiene que esperar por varios adelantos, los cuales van desde la microelectrónica, la energía o la creación de nuevos materiales. Ya ni se diga de la limitante de los recursos naturales finitos.

Sin embargo,  para el futuro de la IA no sólo impacta el desarrollo científico-tecnológico, sino que también los factores político- económico y sociales juegan y jugarán un papel central, ya que es bastante probable que exista una reacción social de parte de los trabajadores que sean despedidos por la introducción de robots o de programas de IA en los centros de trabajo, lo que se podría traducir en conflictos aislados, en un movimiento nacional/mundial que impulse el sindicalismo o, siguiendo la experiencia de la revolución industrial, hasta movimientos político-ideológicos revolucionarios que pongan en duda el papel del Estado y el sistema político por su colusión con los intereses empresariales sobre el bien común. 

Lo anterior no implica que no habrá desempleo causado por la IA, sino que éste primero se manifestará en aquellas actividades que no requieran un cuerpo robótico avanzado o una potencia de procesamiento innecesariamente grande. Por lo que el primer sector afectado serán aquellos trabajos de oficina y otras labores administrativas y creativas.

En este proceso de fortalecimiento de la IA, las empresas seguirán construyendo estructuras físico-digitales sobre las cuales se erigirá la transformación del mundo, una de las estructuras básicas que están construyendo actualmente son los modelos fundacionales, tal como GPT o LLaMA; sobre estos modelos se van a desarrollar y construir soluciones personalizadas basadas en IA del futuro (la IA como plataforma), en un proceso muy parecido al de las grandes plataformas digitales de hoy en día, sobre las cuales los desarrolladores hacen sus apps y otros productos. La diferencia es que con la IA se está trayendo el mundo digital al mundo físico, formándose una simbiosis entre espacios físicos y virtuales. 

Lo anterior podría implicar la pérdida significativa de capacidades de los Estados y la administración pública para proveer de ciertos servicios y administrar las problemáticas sociales; en este entorno, mucho dependerá del nivel de dependencia y renuncia del Estado frente a las empresas digitales, así como del tipo de regulación establecida y las actividades digitales que los Estados estén dispuestos a adoptar en esta transformación digital. 

Sobra añadir que la creación de estructuras físico-digitales estará fuertemente centrada en aquellos lugares híper conectados como las ciudades (ahora “inteligentes), las cuales se convertirán en verdaderos panópticos físico-digitales en donde las empresas ostentarán fuertes capacidades de control y administración social. Mientras que, paralelamente, aquellas regiones desconectadas tendrán que sacrificar sus recursos naturales y humanos en procesos de migraciones masivas, ya sea de personas hacia las ciudades inteligentes, de recursos naturales en pos del sostenimiento del nuevo sistema físico-digital o como meros atractivos turísticos. Lo anterior se sostiene bajo la premisa que, si hasta el día de hoy no hay internet en el 100% de todos los países y territorios ¿Qué hace creer que con la IA la situación será diferente?

Lo anterior no significa que aquellas regiones no conectadas no se verán afectadas por la IA, ya que diversos actores planean usar la IA para administrar múltiples sistemas (tal como las finanzas, cadenas de suministros o la tributación), entre los riesgos que existen resalta el problema de la explicabilidad, ya que hasta el día de hoy resulta casi imposible saber cómo es que un modelo de IA llega a una conclusión; por lo que el despliegue de la IA para administrar sistemas sociales puede venir acompañado de más opacidad, irresponsabilidad ante fallos y una serie de otros problemas como las parcialidades inmersas en la sociedad y su reflejo en la IA, las cuales incluyen clasismo, racismo, machismo, xenofobia; entre otros. 

Hipotéticamente, con la IA la administración de la sociedad y los asuntos humanos será más fácil, holística e individualizada; sin embargo, esto tendrá un coste democrático y de libertad, ya que, entre otras cosas, en el futuro la enunciación de verdades no solo estará fuertemente sectorizada y objetivada según las prioridades del mercado, sino que se establecerán verdades desde el diseño de modelos de IA, los cuales tendrán una supuesta base objetiva (el big data y las matemáticas), pero en la práctica seguirán reproduciendo las estructuras de poder y problemas sociales, en algunos casos profundizándolos, tal como ya sucede con la desigualdad. 

En este proceso, algunas capacidades humanas se reducirán o serán afectadas en nombre de la productividad, eficiencia e hiper personalización (individualismo), por lo que diversas cosas que requieran tiempo, reflexión, introspección y la construcción constante de verdades compartidas se verán perjudicadas.

Y ya que la IA no es una tecnología que se da en el vacío, también está el asunto de los datos; en el futuro los datos pueden ser el centro de una nueva regulación, una en donde éstos formen parte de una identidad digital, la cual venga acompañada de la administración de procesos físico-digitales más formales (lo que naturalmente requeriría poner en cintura el negocio de los datos), o ser una especie de moneda de cambio, en donde únicamente se cobre por el uso de estos, ya sea a través de una serie de impuestos al uso de datos o por medio del establecimiento de un mercado de datos “auto” regulado por las empresas. 

A un nivel más amplio está la dependencia de la IA hacia la geopolítica, y tal como las tendencias mundiales parecen indiciar, es posible que exista un marco general de IA occidental vs a un marco de IA oriental, ya que actualmente estamos presenciando la ruptura del sistema tecnológico-digital entre Occidente y Oriente, lo que evidentemente impactará en los enfoques y problemas que se atiendan con la IA, generándose una variación de perspectivas alimentadas por el sistema internacional (aunque es muy seguro que ambas compartan prioridades de seguridad y armamento). 

Ante este panorama de posibilidades se vuelve imprescindible dejar de escuchar únicamente a gente que hace publicidad de las bondades de la tecnología y empezar a fomentar una postura crítica, especialmente en lo que corresponde a la política y la administración pública; de lo contrario, sucederá una dependencia muy parecida a la que se vivió con el advenimiento de internet y la computación, sólo que con cada nueva ronda de adelantos, el impacto a la humanidad (y lo que es ser humano) aumenta.