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El futuro del continente africano frente a la segunda administración de Donald Trump: Impactos en la ayuda humanitaria, el comercio y las relaciones diplomáticas

El futuro del continente africano frente a la segunda administración de Donald Trump: Impactos en la ayuda humanitaria, el comercio y las relaciones diplomáticas

Por Carlos Alberto Sánchez Ricardo

Aunque a primera vista podríamos pensar que el continente africano no es prioritario para la segunda administración de Donald Trump, el primer mes de gobierno nos ha mostrado lo contrario. La segunda administración de Trump puede traducirse, y ha implementado estrategias para convertirse, en la era del fin de la ayuda y el fin del libre comercio entre Estados Unidos y los países africanos. Trump, en diversos momentos, ha mostrado su desprecio por los países africanos; por ejemplo, en 2018 se refirió a los países del continente africano como "países de mierda". No obstante, también ha mostrado, junto a Elon Musk, su deseo por apoderarse de los recursos naturales del continente. 

En primer lugar, la congelación del gasto de ayuda ligado al desmantelamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) podría derivar en una crisis sanitaria para el continente africano. Este recorte al gasto de ayuda internacional se traduce en un recorte del presupuesto destinado a la compra de medicamentos, tratamientos, preservativos y métodos para detectar el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Los principales afectados por las decisiones de Trump son las mujeres y los miembros de los grupos de la diversidad sexual. Respecto al tema de planificación familiar, el recorte también tiene fuertes impactos para la población africana, ya que Estados Unidos ha sido en los últimos años el principal donante de materiales necesarios para el control de la natalidad. Según datos de Le Monde Afrique (2025), en las últimas tres semanas, 2.7 millones de mujeres han sido privadas del acceso a materiales de planificación familiar, de las cuales 2 millones residen en el continente africano. Un tercer rubro afectado es la lucha contra la difusión del paludismo; las decisiones de Trump se traducen en un retraso en los programas de vacunación contra la malaria y en la reducción de la capacidad de compra de medicamentos y mosquiteros. El paludismo es una enfermedad que afecta principalmente a niños y mujeres embarazadas.

Trump ha criticado abiertamente toda ayuda al continente africano. El 5 de marzo, ante el Congreso, Trump se burló de los programas de ayuda a Lesoto y señaló que los contratos de ayuda destinados a este y otros países africanos (Mozambique, Liberia o Malí) representaban un desperdicio de dinero. Sin embargo, no solo los programas de ayuda están en peligro, sino también los mecanismos de comercio. La incertidumbre en África Subsahariana es alta desde el 20 de marzo, cuando el embajador de Estados Unidos en Kenia durante la primera administración de Donald Trump, Kyle McCarter, puso en duda las posibilidades de renovación de la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África, señalando que esta ley mantiene elementos desfavorables para la economía de Estados Unidos.

Mientras que Trump ha dado diversas muestras de repudio hacia el continente africano, por otro lado, ha reforzado la visión del continente como un espacio vacío o como un reservorio de minerales. En las últimas semanas, la administración Trump se ha mantenido en conversaciones con funcionarios de la República Democrática del Congo para cerrar un acuerdo de intercambio de ayuda militar por minerales. El territorio de África es visto también como un espacio disponible para la expulsión de poblaciones consideradas como indeseables para Trump y sus aliados. El gobierno de Trump, junto con la administración de Israel, ha considerado a Sudán, Somalia y Somaliland como destinos posibles para el reasentamiento de los palestinos que serían expulsados de la Franja de Gaza. Aunque el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, en su artículo 8, considera como un crimen de guerra la deportación o traslado, funcionarios de Estados Unidos ya han contactado a las autoridades de Sudán, Somaliland y Somalia, mismas que han rechazado las propuestas.

La diplomacia de la administración Trump se ha centrado principalmente en el gobierno sudafricano. Trump ha denunciado a Sudáfrica por promover un proceso al interior de la Corte Internacional de Justicia contra Israel y por impulsar una reforma agraria integral con el objetivo de evitar la concentración del 72% de la tierra en la población blanca sudafricana, que representa el 7% de la población de este país. Las medidas de Trump contra Sudáfrica han sido diversas e incluyen el desfinanciamiento, campañas de desinformación, asfixia de la industria automotriz y medidas diplomáticas. Por ejemplo, el 14 de marzo, Estados Unidos expulsó al embajador de Sudáfrica, Ebrahim Rasool. Marco Rubio señaló en la red social X que Rasool era un político racista que odiaba a Estados Unidos y a su presidente. En el mismo mensaje, Rubio consideraba a Rasool como una persona non grata. Es importante señalar que a mediados de febrero de 2025, un tribunal sudafricano determinó que las afirmaciones respaldadas por Elon Musk sobre la existencia de un genocidio blanco en contra de campesinos miembros de la población blanca sudafricana eran falsas. El tribunal agregó que históricamente el discurso del genocidio blanco en Sudáfrica ha sido utilizado como una estrategia para generar polarización en el país.

Por último, es importante señalar que, aún en este ambiente negativo, la coyuntura africana está marcada también por los esfuerzos de los países africanos que buscan una mayor integración Sur-Sur y por un fuerte sentimiento anticolonial. Por ejemplo, el 17 de marzo, Níger y Burkina Faso se retiraron de la Organización Internacional de la Francofonía, seguidos por Malí al día siguiente. Estos tres países pertenecen a la Alianza de Estados del Sahel, una confederación creada en 2023 que busca generar una mayor integración regional con el objetivo de coordinar esfuerzos en materia económica y de seguridad sin la interferencia de potencias coloniales. Aunque la alianza solo incluye tres países en la actualidad, se busca invitar posteriormente a Togo, Ghana y Senegal. Otra muestra de alejamiento de las antiguas metrópolis coloniales tuvo lugar el 16 de marzo, cuando Ruanda rompió relaciones diplomáticas con Bélgica por la postura del país europeo frente a la guerra que se vive actualmente en la República Democrática del Congo.