Democracia y soberanía en tiempos de la 4T

Si algo caracteriza el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, es la capacidad para politizar y cuestionar lo que antes era impensable para las masas. Y es que en este sexenio cada palabra, cada idea y cada frase que sale en las mañaneras encabezadas por el presidente, se vuelve objeto de discusión, análisis y (en algunos casos) reacción durante el desayuno y comida en las familias o en los espacios de trabajo en México. 

Pero ¿por qué se ha vuelto tan popular y viral lo que defiende el presidente? Porque él sabe que le habla al pueblo, porque no adorna los discursos políticos con palabras que bien podrían ser arrebatadas de la Fenomenología del espíritu, de Hegel. Por el contrario, para hacer política primero hay que entender la política y, así, en un ejercicio pedagógico explicarla de manera clara y sencilla a un país donde millones de personas fueron excluidas del sistema educativo al haber sido vulneradas en uno de los derechos más básicos. 

Poner en el centro de la discusión el tema de la soberanía nacional y de la democracia participativa, pero además explicar la dialéctica del por qué las instituciones encargadas de garantizarlas y salvaguardarlas se empeñaron durante años en secuestrarlas para beneficio de quienes se sirven del poder, es un trabajo digno de emancipación y liberación para los pueblos. Es el punto de partida para la transformación.

Y es que, por ejemplo, para estos tiempos es importante no desvincularnos y entender la lucha que llevó al pueblo mexicano a festejar los 85 años de la expropiación petrolera en nombre de la soberanía nacional, misma que dio frutos, hasta que un puñado de funcionarios decidieron abrir el mercado subordinado a México ante los intereses y sobornos millonarios de empresas trasnacionales; motivo por el cual el día sábado 18 de marzo, más de 500 mil personas salimos a tomar las calles para recordar que nuestro país es libre y soberano, que no se arrodillará más ante intereses mezquinos de quienes intentan despojar los recursos naturales en nombre del desarrollo económico.

Pero también, es importante resaltar que el concepto y práctica de la democracia continúa estando en la mayoría de las conversaciones en medios de comunicación, redes sociales y reuniones casuales, volviéndose de interés público temas que antes no salían a la luz, o al menos hace más de 12 años cuando Leonardo Valdés Zurita o Carlos Ugalde fungieron como presidentes del entonces Instituto Federal Electoral. 

La democracia se ha vuelto un tema que no solo se escucha y lee en tiempos electorales, sino en momentos cruciales para la vida pública del país, poniendo en duda de si la democracia nos debe costar tanto a los mexicanos, o si los perfiles de quienes están al frente son los idóneos para hacerla valer en un país tan diverso, que se ha caracterizado por fraudes en todos los comicios; partiendo de aquel fraude que inauguró a la Institución en la década de los 80.

La democratización de las ideas y de su manifestación en mítines políticos, tanto de quienes están a favor o en contra, es producto de un gobierno que se ha encargado de llevar a cabo la difusión correcta en el terreno de la administración pública, que es quien se opera en todos los rincones del país. Defenderla es tarea de todas y todos. Lo único que no debería ser válido es hacerlo mediante engaños y noticias falsas, eso es lo verdaderamente antidemocrático.

Por cierto, conocer el desorbitante finiquito del actual consejero presidente por supuesto que es de interés y escrutinio público. Acabemos con la secrecía que mantiene al pueblo al margen de la política.