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  • 16 Mar 2023
  • 18:03
  • SPR Informa 6 min

Cuento: El osito colgante

Cuento: El osito colgante

Por Mónica Muñoz .

Todo se reduce a la enumeración de objetos. La mano, el celular, la pantalla del cine. En realidad la pantalla no cuenta, porque está ahí parloteando caricaturas que al niño le tienen sin cuidado. Lo que importa es ella y el osito que le cuelga al celular y que enciende en rojo cuando llega un mensaje. 

– El tenedor habla porque es un juguete, igual que Bonnie. Nunca pones atención, Juanito — dice la madre. 

Lo que es cierto es que a él le vale un pepino la película y mucho más ese estúpido tenedor. De haber elegido él, ese tenedor vendría a reemplazar al horrendo llavero de oso que le cuelga al celular de la madre, y en lugar de prenderse el foquito rojo, el tenedor iría agujerando el celular, hasta que lo deformara tanto, que las letras parecieran caracteres chinos. 

— Pon atención, que luego andas preguntando — le dice la madre atraída por el llaverito que prende y prende. En eso, el niño alcanza a leer en un  mensaje: “Aquí con tu hijo que anda de impertinente”. El mensaje está dirigido a su padre, ¿a quién más? Él ya no vive con ellos, pero ahora que sus padres están divorciados, se escriben más que cuando vivían los tres y hasta se mandan gif´s de corazón. A Juanito, también su papá le manda gif´s, sobre todo cuando se disculpa porque no va a ir recogerlo el fin de semana.

            El osito golpea el celular. Juanito se tapa las orejas para evitar el tintineo. Al apretarse, siente cada vez más deseos de que se parta en dos pedazos ese maldito oso que pende del móvil, o que se descomponga ese aparato de tanto estar duro y dale con los dedos, o que venga su maestra de la escuela y le decomise el celular a su madre, a ver si así  aprende a poner atención. 

            Juanito hace un esfuerzo por captar alguna escena de la película. Repara en que la muñequita de lámpara es igual a la que tiene su abuela en el buró. 

— ¿La viste, mamá?

 Ella se la perdió, aunque el niño ya la había señalado al menos diez veces.

            Desde el asiento de atrás, a nadie, más que a Juanito, le incomoda el golpeteo del oso, ni la lucecita roja.

—Va a temblar— dice el niño con su vocecita asustada. 

—Que pongas atención—, lo regaña la madre y él baja la cabeza, se toca un parpado. 

            De pronto, jala el suéter de su mamá y le dice:

—El tenedor cuchara son como trozos de basura con esperanza— dice demasiado fuerte. 

—Cállate, chamaco— grita una voz gangosa que se escucha desde los asientos delanteros.

—Ves, Juan, ya pon atención — dice la madre y le da un codazo a su hijo.

            Juan cruza los brazos. Si le pide de cumpleaños un celular a su papá, ahora sí va a poder mandarle todos los mensajes que quiera a su mamá y ahora sí ella lo va a querer. Se asoma al celular otra vez. Quiere imitar alguna conversación de su madre para que ella voltee a verlo. Decide hacer la mueca del sticker de un niño sacando la lengua, ese que a su mamá le hace tanta gracia. La madre aprieta los párpados. 

— Deja de hacerte el tonto, Juan—, y le pregunta de que trató la escena anterior y luego vuelve con su pon atención, Juan. 

            La madre guarda por primera vez el celular pero lo saca de inmediato esperando ver el osito en rojo, pero por más que lo agita, el llavero no enciende. 

            Como el osito sigue hecho una sombra, la madre estira la mano para abrazar al niño y tomarse una foto. Juanito sonríe por primera vez en la sala de cine. La madre, una vez que ha cumplido su misión de tomar la selfie, lo desabraza. Lo abraza de nuevo y borra la foto. En la siguiente fotografía ella simula darle un beso. Juanito le pide que tome otra porque en esta foto él no salió sonriendo, pero es tarde, la madre es tan hábil que ya le aparece el primer Like en Facebook. 

El niño mira fijamente al oso, le quiere encajar el tenedor de la película para acabar con él para siempre. Abre y cierra los párpados al compás de las palpitaciones rojas. Rechina los dientes y con un manotazo logra al fin que su madre lo mire, al menos por unos segundos, antes de recoger los trozos del celular y el osito que quedó por siempre en color rojo.