El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, enfrenta un nuevo revés en su imagen pública. Según el promedio de encuestas de RealClearPolitics (RCP), su aprobación cayó a 46.3%, mientras que su desaprobación subió a 51.4%, reflejando un diferencial negativo de –5.1 puntos porcentuales. Este indicador representa una caída significativa en comparación con los promedios registrados a inicios de mayo, cuando mantenía una aprobación cercana al 49%.
Otros agregadores refuerzan esta tendencia descendente. Silver Bulletin, por ejemplo, registra un neto de aprobación de –4.3 puntos, mientras que VoteHub y Race to the WH sitúan ese diferencial en –7.5 y –7.2 puntos, respectivamente. En el promedio de todos los sitios de agregación de encuestas, la desaprobación de Trump se ha consolidado por encima del 50 % en las últimas tres semanas.
De manera particular, Trump ha perdido apoyo en estados clave como Michigan, Pennsylvania y Arizona, donde su neto de aprobación ha descendido hasta –8 puntos, de acuerdo con los últimos datos de encuestas regionales. Además, segmentos de población como los independientes y votantes suburbanos han mostrado un viraje sostenido hacia la desaprobación, lo cual podría tener consecuencias directas en los resultados electorales de noviembre.
Esta caída se da en un contexto de creciente presión política y judicial. En respuesta, y según analistas internacionales, Trump ha intensificado su discurso bélico en Medio Oriente como una maniobra para reposicionarse políticamente y desviar la atención mediática.
En los últimos días, el mandatario ha declarado que “Estados Unidos tiene control total sobre el espacio aéreo iraní” y ha amenazado con acciones militares si se detecta actividad “hostil” de Teherán. Estas declaraciones coinciden con el despliegue de más tropas estadounidenses en el Golfo Pérsico y el aumento de operaciones encubiertas en la región, hechos que han sido calificados por diplomáticos como un intento deliberado de escalar el conflicto.
Especialistas en relaciones internacionales y seguridad nacional han advertido que Trump suele recurrir a este tipo de estrategias en momentos de debilidad política. “Cada vez que enfrenta escándalos o baja aprobación, sube el tono bélico, especialmente con Irán o Palestina. Es su manual de distracción”, afirmó Laura Brennan, analista del Centro de Estudios Estratégicos en Washington.
Mientras tanto, dentro del Partido Republicano comienzan a surgir voces preocupadas por el costo electoral de estas maniobras. Algunos sectores temen que, más que fortalecer su figura, Trump esté consolidando la percepción de un liderazgo inestable y riesgoso para la política exterior estadounidense.
En medio de una contienda electoral polarizada, la estrategia del expresidente apunta a reactivar a su base más radical, aunque el costo internacional y humano de esa apuesta podría ser alto.