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  • 18 Jan 2023
  • 18:01
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Genaro García Luna, El Secuestrador Transexenal

Genaro García Luna, El Secuestrador Transexenal

Por Jenaro Villamil Rodríguez

En diciembre de 2008, en varias ciudades del norte del país se desplegaron varias “narcomantas” dirigidas al presidente Felipe Calderón con el siguiente mensaje:

“Genaro García Luna es el narcotraficante con más poder. El y su grupo de sicarios que están en la corporación de la Policía Federal Preventiva (PFP), que se hacen llamar grupos de reacción Gopes. Son sicarios al servicio del Cártel de Sinaloa, los cuales se prestan a secuestros, asesinatos, ejecuciones y desapariciones de empresarios del Distrito Federal, así como de otras partes de la República Mexicana”.

 

Las narcomantas fueron firmadas por el Cártel del Golfo, otros por su grupo armado, Los Zetas, y algunas más eran anónimas.

El texto no inventaba nada. En los pasillos del poder político y mediático se sabía ya que García Luna, poderoso y silencioso secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón Hinojosa, estaba claramente vinculado a la red del Cártel de Sinaloa (o Cártel del Pacífico) y que la “guerra contra el narco” en realidad era una guerra en contra de los cárteles adversarios, para cederle plazas claves al de Sinaloa.

Las narcomantas fueron acalladas en todos los medios. Las amenazas, directas o veladas de la gente de García Luna, eran comunes en las salas de redacción de periódicos y medios electrónicos. Varios reporteros de Proceso tuvieron que salir del país o cambiar de refugio ante los constantes acosos y amenazas de este personaje siniestro.

Sólo un puñado de comunicadores o conductores eran señalados como los “consentidos” del hombre de las filtraciones. Entre ellos, de manera privilegiada, Carlos Loret de Mola, conductor estelar de Televisa que siempre llegaba antes a los “montajes” de detenciones y operativos policíacos de García Luna.

Todos lo vivimos durante el sexenio calderonista. Meterse con García Luna era casi una sentencia de muerte, de secuestro o de cárcel. Así lo vivieron sus detractores o críticos como el comandante Javier Herrera Valles, quien tomó la decisión de escribir una carta a Felipe Calderón cuando fungía aún como coordinador de Seguridad Nacional de la Policía Federal.

En la parte medular de su primera carta Herrera Valles le recordó a Felipe Calderón:

“Al inicio de su mandato constitucional, en diciembre de 2006, nombró como secretario de Seguridad Pública al ingeniero Genaro García Luna, quien en el sexenio pasado fungió como director de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), la cual creó en el año 2001, con la complacencia del entonces presidente Vicente Fox Quesada (posiblemente engañado); le vendió la idea de que la Policía Judicial Federal necesitaba desaparecer y crear la Agencia Federal de Investigaciones con una nueva imagen de policía científica, encargada de combatir la delincuencia organizada, misma que no pudo contener: al contrario, se fortaleció e incrementó el narcomenudeo en nuestro país, así como el tráfico de drogas y la violencia características del crimen organizado, producto de la ineficacia y corrupción de los elementos de la renovada corporación”.

“Señor presidente, lo más preocupante para la seguridad pública de nuestro país es que el ingeniero Genaro García Luna continúa sin dirección en la Policía, mintiéndole a usted y mintiéndole a la sociedad”.

 

Después de enviar esta misiva a Herrera Valles lo cesaron de su cargo. El 18 de noviembre de 2008, cuando estaba por acudir a los estudios de Televisa Chapultepec para tener una entrevista con Denisse Maerker, fue secuestrado. Lo arrastraron a una camioneta, lo golpearon y se lo llevaron detenido. Fue encarcelado y condenado a 10 años de prisión, con la venia de Calderón Hinojosa, por presuntos nexos con los Beltrán Leyva. En noviembre de 2011, Javier Herrera Valles fue absuelto de todos los delitos que le imputaron, pero nadie tocó a Genaro García Luna. 

No sólo Herrera Valles, conocedor de las entrañas del manejo mafioso de los “chicos de García Luna”, advirtió en privado y en público sus sospechas por la corrupción del Superpolicía. La propia Secretaria de Estado norteamericana, según los cables revelados por Wikileaks en 2010, tenía en la mira a García Luna, al que consideraban un “aliado” del FBI.

En febrero de 2007, al inicio del sexenio calderonista, García Luna le aseguró al entonces secretario de Seguridad Interior de Estados Unidos, Michael Chertoff: “Usted tendrá libre acceso a nuestra información de inteligencia en seguridad pública”, de acuerdo al cable 07MEXICO983.

García Luna le presumió a Chertoff -uno de los impulsores de la Ley Patriótica de Estados Unidos que anulaba derechos y garantías en la “lucha contra el terrorismo” del gobierno de George W. Bush- que iban a contratar a 8 mil nuevos agentes y le pidió una asesoría al mismo Departamento de Seguridad Interior. El entonces procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, también se puso de tapete, aunque con un matiz: en lugar de la “colaboración total” que le ofreció García Luna, pidió que Estados Unidos modificara algunas fallas de Washington en el combate contra las drogas.

Este encuentro fue el precedente para lanzar la “guerra contra el narcotráfico” calderonista.

En noviembre de 2008, otro cable filtrado por Wikileaks, el 08MEXICO3498, reveló que el entonces embajador estadounidense en México, Tony Garza le comentó al director de la Policía Nacional de Colombia que “si Genaro García Luna no mejoraba la investigación de los antecedentes de los agentes que reciben entrenamiento en Colombia, iban a considerar cerrar el programa”.

Las dudas de Estados Unidos y de Colombia sobre la honestidad de “los muchachos” de García Luna no fue obstáculo para que Oscar Adolfo Naranjo, el polémico ex director de la Policía Nacional de Colombia contratado años después como “asesor” por el gobierno de Enrique Peña Nieto, condecorara al “superpolicía” con la Medalla al Mérito Categoría Excepcional, entregada por el mismo presidente colombiano Juan Manuel Santos.

García Luna fue el “mal necesario”, el “socio indispensable” para las agencias de inteligencia y de combate a las drogas de Estados Unidos, con el objetivo de hacerle un contrapeso al ejército, a pesar de las múltiples evidencias de que desde la SSP, el ingeniero se había convertido en un auténtico “intocable”.

García Luna sobrevivió a las críticas y cuestionamientos de tres secretarios de Gobernación de Felipe Calderón: el ex gobernador de Jalisco, Francisco Ramírez Acuña, de Juan Camilio Mouriño, el presunto delfín sucesorio que llevaba los grandes negocios del calderonismo, y de Francisco Blake Mora, estos dos últios muertos en sospechosos accidentes aéreos.

La periodista Olga Wornat, en el inicio de su libro Felipe, El Oscuro, relató que una madrugada del 10 de noviembre de 2011 recibió una llamada de Felipe Zamora Castro, subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. Wornat había recibido amenazas en contra de ella y de su hija. Incómoda para los dos gobernantes panistas -Vicente Fox y Felipe Calderón-, ella preparaba la publicación de ese libro que tuvo que esperar más de una década para aparecer.

Zamora Castro le dijo que las amenazas en su contra provenían “de adentro” del gobierno.

-García Luna, de ahí viene -le confesó vía telefónica.

Al día siguiente, el helicóptero en el que viajaban Zamora Castro y su jefe Francisco Blake Mora se había estrellado en un paraje en Chalco, Estado de México. Los siete tripulantes y pilotos murieron en ese segundo gran accidente que eliminó a un adversario interno de García Luna en el gabinete de Felipe Calderón.

 

El “Secuestrador” Oficial

 

La fama de García Luna como policía implacable, “eficaz” y criminógeno surgió con su origen como agente del Centro de Inteligencia y Seguridad Nacional (CISEN), que lo reclutó en 1989, con sólo 21 años de edad, en el inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

El CISEN, dirigido por el general Jorge Carrillo Olea, pretendió crear una nueva “policía científica”, distinta a los “corruptos comandantes” de la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), la poderosa corporación o policía política durante los años dorados del control priista, de donde surgieron los principales capos del narcotráfico mexicano en los años setenta y ochenta.

Uno de los “golpes espectaculares” en los que participó García Luna fue la detención del secuestrador Daniel Arizmendi, el famoso Mochaorejas, que sembró el terror en Morelos, durante la gubernatura de Carrillo Olea. El jefe del Grupo Antisecuestros, encabezada por Armando Martínez Salgado, y el jefe de la policía judicial morelense, Jesús Miyazama se encargaron de perseguir a Arizmendi.

El Mochaorejas fue detenido en agosto de 1998, en un espectacular operativo encabezado por el contralmirante Wilfrido Robledo Madrid, primo del ex gobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva Madrid, y por Alberto Pliego Fuentes, ex guardaespaldas de Arturo Durazo Moreno, El Negro Durazo, corrupto jefe de la policía capitalina en los tiempos de López Portillo. El asistente de Robledo y de Pliego Fuentes fue el joven agente García Luna.

Ambicioso, García Luna pretendió ascender con la llegada de Vicente Fox al poder. Uno de sus posibles rivales fue el famoso criminólogo Juan Pablo de Tavira, asesinado por un pistolero en el restaurante de la Universidad Autónoma de Hidalgo, el 20 de noviembre de 2000, en vísperas de la llegada de la alternancia. De Tavira ya había presentado un proyecto a Marta Sahagún, la influyente vocera de Fox, para mejorar las cárceles y la política de seguridad. 

Eliminado De Tavira, en septiembre de 2001, Vicente Fox anunció la creación de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), y nombró como director a Genaro García Luna, fuertemente apadrinado por Wilfrido Robledo y por el entonces procurador general, el militar Rafael Macedo de la Concha, suegro de uno de los principales amigos y cómplices de García Luna: Luis Cárdenas Palomino.

Al frente de la AFI, García Luna articuló su “grupo compacto” integrado por sus principales cómplices: Luis Cárdenas Palomino, Facundo Rosas Rosas, Edgar Eusebio Millán, Armando Espinosa de Benito, Igor Labastida Calderón, Domingo González Díaz, Mario Velarde Martínez, Ramón Pequeño García y Aristeo Martínez. Tan sólo en los primeros dos años de existencia de la AFI, el grupo de García Luna ya estaba involucrado en 447 actos delictivos.

El Chapo Guzmán ya se había fugado del penal de Puente Grande -y nunca fue recapturado en los dos sexenios panistas-, el combate al secuestro provocó excesos y verdaderos escándalos internacionales, como el caso de Florence Cassez y de Israel Vallarta, en el ocaso del sexenio foxista.

Bajo el pretexto de combatir el secuestro, los “muchachos” de García Luna y él mismo fueron señalados como los principales promotores de esta práctica delictiva que se transformó en una auténtica pesadilla durante los sexenios de Fox y de Calderón.

Ahí están varios casos:

  • -Rubén Omar Romano, técnico del Cruz Azul, secuestrado el 19 de julio de 2005, y “liberado” por gente de la AFI, 65 días después. Romano fue liberado en Iztapalapa, una delegación capitalina que en ese momento era uno de los sitios predilectos de la banda de secuestradores. García Luna, Igor Labastida y Luis Cárdenas Palomino, estuvieron vinculados a las redes secuestradoras en ese sitio. 
  • -El 10 de septiembre de 2007, la hija del empresario Nelson Vargas, fue secuestrada. Vargas pagó el dinero que le pedían los secuestradores. Pasaron 11 meses. El ex director de la Comisión Nacional de Deporte (CONADE) dio a conocer el delito en una dramática conferencia de prensa, se dijo angustiado y reveló que García luna le había prometido liberarla. Su hija Silvia apareció dos después asesinada.
  • -El 4 de junio de 2008, el hijo adolescente de Alejandro Martí, empresario deportivo, fue secuestrado en un falso retén en la colonia Jardines del Pedregal. A los 37 días apareció muerto. Fieles a su estilo, García Luna y Cárdenas Palomino realizaron un montaje espectacular para detener a 10 integrantes de la banda los Petriciolet. Nunca quedó claro si realmente ellos fueron los responsables.

 

Estos son algunos de las decenas de casos que hablan de la mala fama de García Luna y de sus cómplices no sólo como presuntos implicados en la banda de secuestradores, sino como proclives al engaño, al crimen y a la corrupción. 

Bajo su mando, la política de seguridad pública quedó secuestrada durante dos sexenios. Y quizá, el mismo silencio de Felipe Calderón Hinojosa y de Vicente Fox, sus principales jefes, hablan del miedo y de las complicidades con las redes de García Luna.

 

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