El 13 de septiembre de 1847 caía el Castillo de Chapultepec a manos del ejército norteamericano, capturaron el General Nicolás Bravo y estaban a unos 10 km de la capital del país que habían invadido. Sin embargo, esos kilómetros no eran nada sencillos. Aun no existía una avenida que los llevara hasta el Palacio Nacional. No existía avenida de Paseo de la Reforma, que lo hizo Maximiliano y lo bautizó como el Paseo del Emperador, hoy paseo de la reforma. En toda esa zona había casas.
De acuerdo con el diario del soldado Ralph Wilson Kirkham que después de la toma del fuerte de Chapultepec iniciaron una campaña de fuegos de artillería en contra de las casas para abrirse paso hacia la ciudad y entrar por la garita de San Cosme y la calzada México Tacuba hacia el zócalo de la ciudad.
La Ciudad de México no había sido tomada en años y la violencia que la artillería y la guerra urbana causaban en la ciudad fue muy sorprendente tanto para pobladores como para políticos. La artillería se hizo paso hacia ciudad de México y la artillería seguiría siendo un elemento importante en la destrucción de posiciones al o largo de la historia de la guerra.
Desde el lado político, siempre se ha considerado que la guerra se perdió por la incapacidad de Santa Anna y los generales mexicanos de establecer una defensa solida a lo largo del país, sin embargo, quien toma la decisión de firmar el Tratado Guadalupe Hidalgo es Manuel de la Peña y Peña.
Manuel de la Peña y Peña ascendió de forma improvisada a la presidencia provisional sin el procedimiento constitucional. De la Peña y Peña lo sabía pero sabiendo que si no tomaba el puesto, este sería disputado a través de las armas y el presidente sustituto estaba convencido de la paz.
En una reflexión sobre la violencia y la guerra podemos preguntarnos si tanto Manuel de la peña y Peña y los diputados mexicanos que firmaron el tratado se impactaron con la violencia de la guerra y la toma de la ciudad de México. Pues usualmente las escenas terribles de la guerra no llegan a los políticos que toman las decisiones o a los generales que las mandan. Quien más desea la paz es el soldado y quienes sufren la guerra.
Hoy en el siglo XXI podríamos replantearnos esto, quizá el impacto de la violencia forzó a los políticos mexicanos a terminar la guerra lo antes posible.
Pues la guerra y la violencia en el siglo XIX tiene un tratamiento muy diferente que en el siglo XX o XXI, en el XIX era romantizada, porque no se veía para la población que no la sufría y había una apología de la misma a través del arte.
(1).Juan A. Mateos, Historia parlamentaria de los congresos mexicanos, tomo XIV.