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  • 01 Feb 2024
  • 08:02
  • SPR Informa 6 min

Colosio, "tirador solitario" y crimen de Estado

Colosio, "tirador solitario" y crimen de Estado

Por Jenaro Villamil Rodríguez

A punto de cumplirse 3 décadas del asesinato del candidato presidencial priista Luis Donaldo Colosio, la Fiscalía General de la República revivió en este enero de 2024 el fantasma del “segundo tirador”, Jorge Antonio Sánchez Ortega en el magnicidio ocurrido en Lomas Taurinas y la participación del entonces subdirector de Operaciones del CISEN, Genaro García Luna, en la trama para “encubrirlo y sacarlo de Tijuana de manera urgente y subrepticia”.

De manera inusual, la FGR hizo público un extenso comunicado en el que acusa al juez quinto de distrito de procesos penales federales, Jesús Alberto Chávez Hernández, de “actuar con evidente parcialidad” al desechar las pruebas presentadas en contra de Jorge Antonio Sánchez Ortega, un ex agente del CISEN que estuvo presente en Lomas Taurinas, que participó como parte del equipo de seguridad de Colosio y que fue liberado en 1994 bajo el argumento de que no portaba arma de fuego, aunque dio positivo a las pruebas de rodizonato de sodio.

Sánchez Ortega fue detenido por la policía municipal de Tijuana el mismo 23 de marzo de 1994, a las 17:15 horas, pero en menos de dos horas, a las 18:50 de la misma tarde, fue liberado de la delegación de la PGR en la ciudad fronteriza.

“Las pruebas presentadas por la FGR en contra de Jorge Antonio “S” demuestran su presencia en el lugar del homicidio, en el mismo momento del crimen, cuando hubo una diferencia de segundos entre ambos disparos”, subraya el comunicado de la Fiscalía General de la República.

“Las pruebas de rodizonato señalan que el acusado, en ese lapso, disparó un arma, y ninguna de las pruebas de descargo lo han podido favorecer”, agrega la FGR.

Además, la dependencia a cargo del doctor Alejandro Gertz Manero, recuerda que hubo “un buen número de testimoniales” que ratifican que Sánchez Ortega, el presunto segundo tirador, traía su ropa manchada con la sangre de la víctima.

La revelación más delicada es la pista que conduce a Genaro García Luna, el ex super policía de los sexenios de Fox y de Calderón.

La FGR subraya que “se encuentra debidamente probado que el CISEN de la Secretaría de Gobernación mandó al acusado para que estuviera en el lugar de los hechos, para después encubrirlo y sacarlo de Tijuana de manera urgente y subrepticia”.

Sánchez Ortega estaba bajo las órdenes del entonces subdirector Operativo del CISEN, Genaro García Luna, quien ingresó a este organismo de inteligencia en 1989, al inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari.

Otro personaje involucrado es el mismo ex director del CISEN, Jorge Tello Peón quien, según distintas versiones, llamó por teléfono al entonces delegado de la PGR en Baja California, Arturo Ochoa Palacios, y envió a García Luna y a otros agentes a liberar a Sánchez Ortega.

La pista que conduce a García Luna podría abrir la caja de Pandora del crimen de Estado cometido el 23 de marzo de 1994 contra quien era el candidato presidencial del entonces “grupo compacto” salinista.

Las primeras horas 

El comunicado de la FGR y las reacciones sociales que se han generado, incluyendo la del propio presidente Andrés Manuel López Obrador quien se negó a otorgarle el indulto a Mario Aburto y darle “carpetazo” a este crimen de Estado, nos remiten a las primeras horas de aquel episodio que quedaron borradas por toneladas de papel impreso de “reportajes” que confundieron más a la población y las contradicciones de los 4 fiscales especiales para el caso Colosio.

Lo cierto es que desde el 24 de marzo de 1994, al día siguiente del atentado a Colosio, se intentó imponer la “verdad histórica” de un solo “tirador solitario” en el magnicidio.

El entonces procurador general de la República, Diego Valadés, enviado por Carlos Salinas a Tijuana para “dar línea” a la investigación, afirmó ante la prensa local que sólo Mario Aburto había disparado en dos ocasiones en contra de Colosio.

La explicación era inverosímil. Según Valadés, Aburto tuvo la oportunidad de dispararle en menos de un minuto a Colosio en la cabeza y en el abdomen. Nunca supo cómo explicar por qué al cuerpo del candidato presidencial priista le extrajeron dos balas de distinto calibre. ¿Acaso Aburto tenía dos armas en medio de un mitin plagado de agentes, guaruras y militares del Estado Mayor Presidencial?

La cardióloga Patricia Aubanel, la primera en revisar el cuerpo herido de Colosio en el Hospital General de Tijuana, declaró en Radio Cadena Enciso, el mismo 24 de marzo de 1994, que las heridas a Colosio fueron producidas “por armas de diferente calibre”.

Aubanel expuso que la herida en el cráneo fue producida por un arma calibre .38 y la del abdomen por un calibre más chico, posiblemente .22. Las declaraciones de la especialista muy pronto se silenciaron. Nunca volvió a hablar del tema.

En su crónica realizada en ese día, el periodista Sergio Haro Cordero, de Mexicali, escribió: “Esa misma noche fue entrevistada en vivo en el noticiero televisivo En Síntesis, pero evitó hablar del tema de los dos calibres”.

“De acuerdo con testigos, antes de la entrevista, la doctora Aubanel recibió una llamada. De ahí cambió su actitud”.

Otro personaje clave/ en las primeras horas de la investigación fue el jefe de Seguridad Pública de Tijuana, José Federico Benítez, quien elaboró en la misma noche del 23 de marzo de 1994 un explosivo informe que mencionaba a otro presunto tirador. Se trataba de Jorge Antonio Sánchez Ortega, el misterioso agente del CISEN.

Benítez informó que un día antes del asesinato de Colosio, tres representantes del PRI le solicitaron que se mantuviera “al margen” de la seguridad del mitin en Lomas Taurinas, y sólo le pidieron ayuda para agilizar el tránsito ese día.

El jefe de la policía municipal de Tijuana compareció ante la Comisión Especial, formada por el Congreso local, y ante sus integrantes detalló que el día del crimen de Colosio logró la detención de Sánchez Ortega, quien salía del mitin de Lomas Taurinas con la ropa manchada de sangre.

También reveló que él entregó la ojiva de una de las dos balas recogidas en el lugar del atentado a Colosio. Esta ojiva fue localizada por Rigoberto Flores González, integrante del llamado Grupo Tucán.

El 28 de abril de 1994, un mes y cuatro días después de los sucesos de Lomas Taurinas, José Federico Benítez López fue baleado junto con su escolta Ramón Alarid, durante un recorrido en La Mesa de Tijuana. Fueron interceptados por una camioneta. A Benítez López le dieron dos tiros en la cabeza y uno en el cuello. Falleció una hora después. Su investigación paralela sobre el magnicidio de Colosio quedó sepultada.

Y con él, las revelaciones que han vuelto a salir a la luz