Autoridades estadounidenses dispararon cerca de 30 veces contra Pedro García, joven migrante mexicano asesinado por la policía de Fullerton, California, la noche del 15 de marzo, en un hecho que ha desatado críticas por uso excesivo de fuerza contra comunidades socialmente vulnerables.
Las autoridades atendieron una llamada del hermano de la víctima, quien reportó que Pedro tenía un cuchillo y había amenazado a sus padres. Al llegar al sitio, los oficiales hicieron una advertencia contra el joven que se encontraba alterado y los oficiales abrieron fuego con una brutalidad considerada “excesiva” . El incidente quedó grabado en video y ocurrió frente a su madre y dos hermanos menores.
Especialistas afirman que los policías pudieron contener al joven con otros medios, como caninos o armas eléctricas, ya que se encontraba en una aparente crisis nerviosa. “Si Pedro hubiera sido un güero, no hubieran disparado así”, acusó el abogado de la familia, Luis Carrillo, quien también señaló que podría tratarse de un caso de contagious gunfire, cuando un disparo de un oficial provoca una ráfaga colectiva.
De acuerdo con datos de Mapping Police Violence (MPV), Pedro García fue el latino número 34 asesinado por policías en 2025. Para finales de abril, el número de víctimas hispanas ascendió a 57, lo que representa una muerte cada dos días a manos de cuerpos policiales en EE.UU.
El caso ocurre en medio del debate nacional en Estados Unidos por el uso de cámaras corporales. Mientras agencias federales como la DEA y el Departamento de Seguridad Nacional han abandonado esta práctica desde órdenes ejecutivas del expresidente Donald Trump, otras como el Servicio de Alguaciles (USMS), la ATF y policías locales la han mantenido.
Gracias a esta política, la familia pudo exigir la difusión del video del operativo. Estudios del Centro RAND para la Calidad Policial (CQP) avalan el uso de cámaras, al mostrar que su presencia reduce los incidentes de fuerza letal.
La familia de Pedro García ha presentado una denuncia formal y exige justicia por lo que consideran un acto de brutalidad policial con sesgo racial.