El Senado estadounidense confirmó a Ronald Johnson como nuevo embajador de Estados Unidos en México con 49 votos a favor. En su discurso, Johnson se comprometió a atender las prioridades en materia de seguridad y migración entre ambos países.
El diplomatico fue propuesto por el presidente Donald Trump el pasado 10 de diciembre. A través de su cuenta de Truth Social, el republicano aseguró que Johnson trabajará estrechamente con su secretario de Estado, Marco Rubio, para promover la seguridad y la prosperidad de su nación.
De acuerdo con información del Departamento de Estado, Johnson tiene una carrera de más de cuatro décadas en el Gobierno de Estados Unidos, primero como militar y posteriormente como miembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) con el Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos, en Tampa, Florida.
Antes de encabezar la embajada en San Salvador entre 2019 y 2021, Johnson no había ocupado otro cargo diplomático.
La carrera de Johnson comenzó en 1971, cuando se enlistó en la Guardia Nacional del Ejército de Alabama como soldado raso. Ascendió rápidamente en el escalafón militar, alcanzando el rango de coronel antes de retirarse en 1998. Durante su servicio militar, desempeñó diversos roles estratégicos, incluyendo su posición en el Comando de Operaciones Especiales de los EEUU.
Johnson obtuvo su licenciatura en la Universidad del Estado de Nueva York y una maestría en la Universidad Nacional de Inteligencia.
Durante el primer periodo de Donald Trump como presidente, Johnson se desempeñó como embajador en El Salvador, un cargo en el que se enfrentó a retos complejos relacionados con la migración y la seguridad.
Johnson habla fluidamente el español, lo cual fue una ventaja significativa durante su labor diplomática en El Salvador.
Vivió durante más de cinco años en América Latina lo que le permitió adquirir un entendimiento profundo de los desafíos políticos, sociales y económicos que enfrenta la región.
Uno de los logros más significativos como diplómatico del país centroamericano fue la exitosa negociación para la extensión del Estatus de Protección Temporal (TPS), que benefició a aproximadamente 250 mil salvadoreños residentes en Estados Unidos.
Además, durante su gestión, se implementaron diversas estrategias para combatir la migración ilegal y reforzar la seguridad regional. Entre estas iniciativas se destacó el despliegue de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), quienes colaboraron estrechamente con las fuerzas policiales de El Salvador.