Recientemente, la Iglesia Católica del país hizo un llamado a la delincuencia para solicitar una suerte de tregua, al menos durante el pasado 12 de diciembre. Es claro que la petición se realizó con motivo del festejo anual de una de las principales figuras religiosas del país: la Virgen de Guadalupe.
Es cierto que el país atraviesa un aumento de la violencia que afecta a distintas áreas, desde los comercios informales hasta los cultivos en diversos estados. La violencia ha alcanzado tal magnitud que se prevé la posibilidad de que, sumada a las afectaciones climatológicas, disminuya la producción agrícola, impactando directamente las exportaciones, una de las principales fuentes de ingreso del campo mexicano.
Desde su campaña, la presidenta Claudia Sheinbaum se comprometió a reducir la violencia, especialmente aquella que afecta al campo, proponiendo la inclusión de la extorsión al catálogo de delitos. Sin embargo, esta medida resulta insuficiente, pues no ataca el problema directamente.
Por otro lado, algunos investigadores sostienen que la violencia en el país no responde a una "ola", sino a un incremento sostenido en el número de casos. Es posible que después de estos hechos de violencia, los carteles continuarán operando como lo hacen habitualmente.
Bajo esta lógica surge la pregunta: ¿Por qué ahora le preocupa a la Iglesia Católica al punto de pedir una tregua? Para empezar, su propuesta de paz resulta egoísta al limitarse a un día de interés religioso. Esto implica que buscan tranquilidad únicamente ese día, mientras que los demás parecen no importar.
Sin embargo, también hacen un llamado a la paz para el 25 de diciembre, argumentando que no es solo una fecha religiosa, sino que involucra a toda la población. Esta intención resulta ingenua, ya que no considera las profundas implicaciones sociales de la violencia, como el hecho de que el narcotráfico es un negocio transnacional que ni siquiera se detiene durante estas celebraciones.
Asimismo, afirman que la construcción de la paz debe comenzar desde el individuo y la familia. Pero esto lleva a otra pregunta: ¿Hay realmente paz dentro de la Iglesia Católica? Según ellos, sí, ya que aseguran cumplir con la palabra del evangelio. No obstante, esto opera únicamente en un nivel simbólico.
Es fundamental distinguir entre “lo que debería ser” y “lo que realmente es”. El evangelio, también conocido como la "buena noticia", promueve el amor al prójimo. Pero creer en esto no garantiza su cumplimiento. Basta con preguntar a las más de 440 mil víctimas de abuso en todo el mundo, perpetrado por sacerdotes, para cuestionar esta afirmación.
En conclusión, la propuesta de tregua por la paz resulta no solo insuficiente, sino absurda. Algunos reportes indican que el 12 de diciembre se registraron 11 asesinatos en el país, sin contar la cifra negra de desaparecidos y víctimas de otros tipos de violencia.