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  • 29 Nov 2022
  • 08:11
  • SPR Informa 6 min

Humanismo Mexicano, los referentes de AMLO

Humanismo Mexicano, los referentes de AMLO

Por Jenaro Villamil Rodríguez

Al filo de las 16:00 horas, tras ocho horas de una marcha histórica y de enumerar los 110 logros más importantes de su cuarto año al frente de la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador lanzó la definición de su proyecto como “humanismo mexicano”.

Dueño de la plaza y del liderazgo de esta enorme energía social desplegada al frente del Poder Ejecutivo, López Obrador subrayó que esta definición no sólo se nutre de la máxima del ex emperador romano, Julio Terencio, quien sostenía que “nada de lo humano nos es ajeno”, sino de una convicción civilizatoria:  “lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.

El presidente de la República recalcó que una característica de esta postura humanista frente a la realidad social es la forma de ejercer el poder que “sólo es virtuoso cuando se pone al serfvicio de los demás”. Subrayó que su gobierno es de origen democrático y, por tanto, garantiza tanto la libertad de expresión como el derecho a disentir.

“¿Cuáles son los principios políticos, económicos y sociales?” que definen este humanismo mexicano, se preguntó López Obrador en su discurso, y respondió con estos tres ejes:

-En lo político, “no aceptamos el derrotismo”. 

-En lo económico, “sostenemos que el progreso sin justicia es retroceso. Nuestra tesis es que no basta el crecimiento económico, sin justicia”. 

-En lo social y cultural es fundamental “desterrar la corrupción” para destinar todo lo ahorrado en beneficio de los más pobres y marginados. “Por el bien de todos, primero los probres”, recordó esta frase que “debe ser la esencia de la actividad política porque es sinónimo de humanismo y de una forma distinta de entender la importancia del poder, cuyo ejercicio, sólo es puro y virtuoso cuando se pone al servicio de los demás”.

Estos tres ejes constituyen el núcleo de lo que Andrés Manuel López Obrador ha descrito como “la revolución de las conciencias” que acompaña y define también a la Cuarta Transformación.

De esta manera, López Obrador hace una diferencia fundamental con los tres grandes cambios históricos que preceden este momento: la Guerra de Independencia, la Reforma y la Revolución social mexicana. Las tres fueron movimientos sociales de gran envergadura, pero también fueron violentos y significaron una ruptura radical con el pasado colonial, con el poder eclesiástico y con la dictadura porfirista, pero también dejaron sus improntas: el racismo, la idea patrimonialista del gobierno y la formación de nuevas oligarquías.

En este caso, la cuarta transformación definida como “humanismo mexicano” retoma las lecciones de nuestra historia, pero es, en esencia, un cambio democrático y pacífico.

La insistencia de definir una forma distinta de ejercer el poder también significa una transformación radical. El poder de las oligarquías conduce siempre a guerras sociales e impide la justicia. El poder de las teocracias impide las libertades y el ejercico de los derechos. El poder de las dictaduras (personales como el porfirismo o de partido como el largo periodo priista) impide la democracia.

 

Síntesis de las tres ejes de la izquierda contemporánea

 

Es impresionante que esta nueva definición propuesta por Andrés Manuel López Obrador se distancia de los tres grandes afluentes de las izquierdas mexicanas del siglo XX, pero también las sintetiza:
1.-Por un lado, el nacionalismo revolucionario que definió el proyecto histórico de la Revolución mexicana descrito en la Constitución de 1917, del gobierno del general Lázaro Cárdenas, que fue el momento cumbre de la consolidación de ese nuevo régimen surgido de la derrota del porfirismo y de los subsecuentes gobiernos surgidos de la “Revolución institucionalizada” (el PRI), un oximoron que justificó las grandes y graves contradicciones de la larga era priista.

2.-Por otro lado, la revolución de las estructuras económicas y el fin de la lucha de clases que agrupó a todas las corrientes marxistas de la izquierda histórica mexicana, diferenciada del nacionalismo revolucionario del PNR-PRM-PRI. La justicia en la cuarta transformación no es sólo entendida con el formalismo del respeto al “Estado de derecho” sino como la reivindicación a favor de los sectores más empobrecidos y explotados durante los últimos treinta años de neoliberalismo.

La justicia neoliberal es formalista. La justicia en los tiempos de la cuarta transformación es humanista.

3.-También plantea una distancia de la “revolución democrática” que surgió con la gran ruptura encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, pero toma de esta experiencia la posibilidad de un cambio no violento, por la vía de las urnas y con un acento nuevo en el humanismo como propuesta y definición de gobierno.

La cuarta transformación no se explicaría sin sus grandes momentos que la precedieron: la revuelta estudiantil del 68; las luchas democráticas de los años setenta; la rebelión electoral del 88; la lucha de los indígenas zapatistas de 1994; el movimiento social contra el desafuero de 2005 y del fraude electoral del 2006; y la resistencia ciudadana a la gran corrupción que se fraguó de 1988 a 2018 en el largo periodo neoliberal.

 

Referentes del Humanismo de AMLO

 

Sin embargo, el humanismo mexicano que propone López Obrador también tiene dos asideros fundamentales: 

1.-El humanismo filosófico que abreva de una antigua tradición de los siglos XIV y XV que con Francisco Petrarca y Giovanni Bocaccio apelaron al sentido racional de la vida y al “retorno civilizatorio” anterior a la caída del Imperio Romano, es decir, a la filosofía griega. 

Desde entonces, se considera como humanismo cualquier doctrina que apele a la dignidad humana, al carácter racional y a la finalidad última del bien común que son los seres humanos, capaces de cambiar y transformar la historia y la sociedad.

En este sentido, toda transformación democrática debe implicar el humanismo porque conduce a la dignificación de los que fueron explotados, ignorados, sometidos o discriminados. En este sentido, el humanismo de López Obrador incorpora a los pueblos originarios discriminados y reiteradamente explotados, a las luchas feministas de ahora y de antes, a las demandas de los grupos sindicales, a los excluidos y estigmatizados por su color de piel, su orientación sexual, su situación económica o sus creencias religiosas.

En otras palabras, como recordaría Carlos Monsiváis, el humanismo “coloca lo marginal en el centro” de la política y de la transformación.

2.-Existe un fuerte acento pelliceriano en la propuesta de Andrés Manuel López Obrador. No es el “humanismo” de la vertiente panista (la subsidariedad) sino de la parte política e intelecutal de uno de sus grandes tutores y maestros.

Carlos Pellicer es el más humanista de una generación artística e intelectual surgida de las cenizas de la dictadura porfirista. El propio poeta tabasqueño lo afirmó así en una entrevista meses antes de su muerte:

“Yo fui un político de calle durante toda mi vida. Soy socialista y creo en la igualdad de los humanos. Me entristece la pobreza de las mayorías y la riqueza de unos cuentos. Pienso que, poco a poco, el mundo entero y, por supuesto, México, alcanzará la justicia”.

(Citado por Luciano Concheiro, en el discurso “La poesía de Carlos Pellicer: un arma cargada de futuro”, 17-febrero-2021).

Esta noción de justicia, como igualidad y prioridad para los más desposeídos, es una herencia directa de las reflexiones y enseñanzas de Carlos Pellicer, un intelectual comprometido también con dignificar la herencia de las grandes civilizaciones prehispánicas.

No hay que olvidar que Carlos Pellicer partició en el Grupo Solidario del Movimiento Obrero que formaron Diego Rivera y Vicente Lombardo Toledano en 1922, junto a otros intelectuales de la talla de don Daniel Cosío Villegas, José Gorostiza, Alfonso Caso y José Clemente Orozco. Defendió a la Segunda República española frente al franquismo. Apoyó al pueblo de Nicaragua durante la dictadura de Anastasio Somoza. Protestó por la invasión norteamericana a Bashía de Cochinos. Se dolió del golpe de Estado en contra de Salvador Allende, presidente de Chile, en 1973. Compartió con su gran amigo Pablo Neruda, el poeta de América, una noción de la política y del arte fusionadas con la ayuda a los más pobres.

La campaña de Carlos Pellicer al Senado de la República se concentró en los derechos de los grupos indígenas, especialmente de los Chontales, donde también inició su activismo político y social López Obrador en el Instituto Nacional Indigenista.

El propio López Obrador recordó, en enero de 2022, al conmemorarse el 125 aniversario del natalicio de Carlos Pellicer que “mi maestro se sentiría orgulloso de saber que en su tierra y en su agua, y en todo el país, seguimos trabajando con la misma convicción de siembre: la de no hacerle mal a nadie y atender de manera preferente a los pobres y a los olvidados de México”.

El humanismo mexicano propuesto por López Obrador se comenzó a escribir desde las primeras proclamas y discursos del cura Miguel Hidalgo, en “Los Sentimientos de la Nación” de José María Morelos, en las Leyes de Reforma de Benito Juárez, en los artículos de Ricardo Flores Magón, precursor de la Reolución Mexicana, en el Plan de San Luis de Francisco I. Madero, en el Plan de Ayala de Emiliano Zapata, en los principales artículos de la Constitución de 1917, en los discursos de la expropiación petrolera de Lázaro Cárdenas y de la nacionalización eléctrica de Adolfo López Mateos, pero, sobre todo, en la enorme capacidad de síntesis y de poesía amotinada de Carlos Pellicer.

 

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