El despliegue de una ofensiva relámpago ejecutada por miles de insurgentes sirios en Alepo, la ciudad más poblada de Siria, dejó un saldo de 277 personas acaecidas, luego de que los yihadistas entraran a la ciudad el pasado 29 de noviembre tras un enfrentamiento con tropas gubernamentales.
Tras la detonación de dos coches bomba, opositores del régimen del presidente Bashar Al Assad ingresaron a Alepo con un despliegue de vehículos blindados y camionetas y tomaron diversas comunidades y aldeas a su paso.
Los combates dejaron un saldo de 277 personas fallecidas, entre los que se encuentran dos estudiantes que perdieron la vida debido a diversos cohetes que cayeron en la Universidad de la región; asimismo, se registraron daños importantes en las zonas residenciales de Nubl y Al Zahraa, al norte de la ciudad.
El Ejército sirio informó que sus fuerzas se han replegado en la zona y están preparando un contraataque para combatir a las “organizaciones terroristas” que tomaron la ciudad.
Dicha embestida es la primera acción ofensiva por parte del bando que pretende derrocar al presidente desde 2016, lo que fractura la estabilidad pactada en 2020, la cual fue mediada por Rusia, aliado del estado sirio y Turquía, protector de diversas facciones implicadas en los combates.
Teherán, región que proveé respaldo a Damasco, capital de Siria, declaró que la aparición de los “grupos terroristas takfiris en Siria en los últimos días como parte de un complot tramado por Estados Unidos e Israel con el propósito de perturbar la seguridad y la estabilidad regional”, con base en el alza de los ataques aéreos israelíes en Siria así como por las diversas afrentas que ha hecho Tel Aviv al acuerdo de alto al fuego acordado con el grupo armado Hezbolá. Sin embargo, hasta el momento, autoridades de ningún país han asumido la autoría de dichos ataques.