Por un 2023 diverso e incluyente.

Un nuevo año ha comenzado y con él, llegan los propósitos a cumplir para desechar lo que no queremos o no, nos sirve. ¿Qué podemos esperar en materia de diversidad sexual y de género? Personalmente creo que el 2023 puede ser un gran año para la inclusión y la diversidad. Mi sustento, el contar con una población LGBTTTIQ+ que sabe lo que necesita y que haría todo para lograrlo.

Hemos visto como en meses recientes se han logrado avances significativos para nuestro sector arcoíris y ha sido gracias al trabajo coordinado y en equipo entre pares y personas aliadas. Se ha visto en diferentes estados de la república el esfuerzo que realizan activistas y personas defensoras de Derechos Humanos para lograr que las instituciones del Estado reconozcan a la diversidad sexual y de género como iguales, ya sea en la necesidad de contar con seguridad social, contraer matrimonio o hacer un cambio de datos acorde a nuestra identidad de género.

Esfuerzos como el realizado en el Estado de México para lograr el matrimonio igualitario es de reconocerse y de aplaudir pues la incidencia realizada por muchos meses rindió frutos; las diferencias llegaron a olvidarse para trabajar en un fin común y ahora ese derecho es una realidad. 

En Campeche, también se trabaja en equipo entre diferentes organizaciones de la sociedad civil para impulsar nuevamente los cambios al Código Civil estatal que permitan como simple trámite administrativo el cambio de identidad de género. Aun no se logra pero este esfuerzo es admirable, al ser un estado del sureste mexicano con poca exposición mediática y con grandes arraigos culturales que continúan estigmatizando a las poblaciones trans.

Estos son solo pequeños ejemplos de lo que se hace en todo México, esfuerzos coordinados en lo local para impactar en una pequeña parte del gran total que significan los pendientes en materia de diversidad sexual y de género. Porque lamentablemente seguimos inmersos en una cultura patriarcal heteronormada que frena en cualquier espacio o ámbito de nuestras vidas el poder visibilizar una identidad LGBTTTIQ+ y ejercer los derechos y obligaciones que como cualquier otra persona tenemos. 

Sin embargo, llega a ser desgastante el trabajo que se hace en esta dinámica local o regional porque no existe una comunicación efectiva entre quienes nos reconocemos como parte del sector arcoíris. Se cree que es mejor realizar activismo en solitario por las envidias, el individualismo y la falta de empatía para con los nuestros. Por supuesto que existen motivaciones e intereses personales en cualquier espacio en el que nos desempeñemos, pero al ser esta una pugna por lograr la igualdad en los derechos humanos, el objetivo resulta ser de carácter comunitario.

Es por eso que el reto para el 2023 es la unión. Necesitamos aprender a priorizar el concepto de lo colectivo y anteponerlo a lo individual. Lograr que lo local sea de interés nacional y fortalecer también desde lo local los temas fundamentales de la agenda nacional. La población LGBTTTIQ+ necesita un eje rector en la coordinación de acciones de incidencia y ese eje debe ser el trabajo entre todes por un mismo fin. 

Temas como la prohibición de las mal llamadas terapias de conversión o la aprobación de la identidad de género a nivel nacional nos deben conmover para lograr hacer a un lado las diferencias, pues aun existen allá afuera infancias y adolescentes que padecen micro infiernos sin nadie que les tienda una mano de apoyo.

El bloque ultraconservador continúa buscando desacreditar y cancelar cualquier identidad cercana al acrónimo LGBTTTIQ+ y mantiene activa la estrategia de invisibilizarnos. No permitamos que el odio y la ignorancia ganen terreno, al contrario, busquemos nuevas rutas de coordinación y sumemos esfuerzos en esta batalla por la igualdad, la inclusión y el respeto entre todas, todos y todes.