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  • 28 Oct 2022
  • 11:10
  • SPR Informa 6 min

Las bendiciones y maldiciones de la economía extractivista

Las bendiciones y maldiciones de la economía extractivista

Por Emiliano Alfonse Vera Eddington

Los habitantes de Salina Cruz, Oaxaca despertaron el lunes a sus playas cubiertas en un negro y apestoso chapopote, causado por un derrame de petróleo en esta ciudad portuaria donde está ubicada una refinería de Pemex. La extensa inversión dirigida a la refinería ha sido el motivo de varias visitas del presidente López Obrador a Salina Cruz en los últimos meses. Este desastre ecológico subraya la tensión entre el énfasis histórico del desarrollo por la extracción de recursos naturales y las realidades de un avance intenso del cambio climático que tan solo este año ha amenazado a México con sequías y huracanes. 

La extracción de recursos naturales ha sido una importante base de la economía mexicana desde la época prehispánica. Con la conquista, la corona española convirtió a México en el primer productor de oro y plata a nivel mundial, al costo de innumerables vidas de indígenas esclavizados condenados a trabajar en las condiciones peligrosas de las minas. En el Porfiriato, grandes empresas extranjeras se aprovecharon del sistema del peonaje para sacar enormes ganancias de sus concesiones mineras y petroleras en México, sin pagar casi nada de impuestos al país. Estos mismos intereses euro-estadounidenses tuvieron mano en el golpe de estado en que fue asesinado el Presidente Madero, alargando la violencia de la Revolución.

El sexenio del Presidente Lázaro Cárdenas señaló un nuevo camino para México con la expropiación de la industria petrolera. Desde entonces, Pemex ha sido una fortaleza para la estabilidad fiscal del estado mexicano y fuente de algunos de los mejores trabajos para una creciente clase media. El principio de usar los recursos del país para el beneficio del país dio fruto no solo en innumerables obras públicas, sino en un fuerte sistema de servicios públicos y programas sociales que aseguró que una gran parte de los mexicanos vio un incremento en su estándar de vida. Salina Cruz es evidencia de la importancia de esta compañía estatal en la economía mexicana, donde la refinería es el mayor empleador.

En este respecto, México no era único entre los países en desarrollo. La mayoría de los países de América, Asia y África nacionalizaron sus industrias mineras y petroleras en los años después de la segunda guerra mundial, y por políticas desarrollistas, lograron importantes mejoras en salud, educación, seguro social, e industrialización. 

Pero la dependencia en la extracción de recursos naturales también trae consecuencias negativas. Vulnerabiliza el estado a la corrupción y la inestabilidad política, con elites compitiendo por su parte de las riquezas. Esta “maldición de recursos'' ocurre parcialmente por la volatilidad de los precios de materias primas, causando periodos de extrema abundancia seguidos por carencia, si no se administran bien las ganancias. El extractivismo en general ha sido opuesto por movimientos indígenas por la frecuente violencia de la expropiación de sus tierras en favor de concesiones.

Las consecuencias en el medio ambiente y los humanos que viven alrededor de sitios de extracción o transportación manchan las ganancias del extractivismo. Grandes derrames como el que ocurrió este lunes contaminan las aguas y playas, dañando no solo vida marina y aves, sino también afectando a las industrias pesqueras y turísticas.

Sobre todo, la amenaza existencial de la crisis climática urge un cambio en el extractivismo como un modelo económico factible para el desarrollo. El mundo necesita reducir su consumo de hidrocarburos antes del 2030 si sea posible mantener el calentamiento global debajo de un nivel catastrófico para la vida en el planeta tierra. Los países del Sur serán los que paguen el mayor precio por el cambio climático, con tanto sequías como huracanes siendo más frecuentes en una tierra más caliente. México ha experimentado ambas este año, y tendrá que planificar para esto y más en el futuro, con costos cada vez más altos. Sin exageración, la época de los combustibles fósiles tiene que llegar a un fin, o será el fin de nosotros. 

Lo injusto es que los países desarrollados usaron este modelo extractivista para financiar su éxito económico, y son por mucho los mayores contribuidores a emisiones de dióxido de carbono que causa el calentamiento global. Reconociendo esta injusticia histórica, varios tratados sobre el cambio climático, como los Acuerdos de París, llaman por una “transición justa” en que los países que más han beneficiado de la emisión de carbono sean los que financien una transición económica más rápida en los países en vías de desarrollo, mientras a estos últimos les concedería más tiempo para usar los combustibles fósiles para el desarrollo. La idea está clara, pero ha sido difícil hacer cumplimiento con el tratado, y los países desarrollados no han mantenido su compromiso a la transferencia de tecnología y financiamiento hacia países en vías de desarrollo. 

Si los que tienen el deber histórico más grande no están cooperando para salvar el mundo que ellos mismos han llevado al precipicio del desastre, desafortunadamente todavía hay que construir rápidamente las alternativas porque estamos en una carrera contra el reloj. Mientras los países en desarrollo peleamos por la justicia ecológica, financiera, e histórica, también podemos ver hacia el futuro del desarrollo impulsado por la energía renovable. China se ha convertido en el líder mundial en la instalación de energía renovable, rápidamente transicionando su economía y compartiendo las tecnologías a otros países en desarrollo. Bolivia y Argentina están construyendo coches eléctricos a un precio que será más accesible a la clase media de América Latina. Cuba es el único país en el mundo que se califica que ha logrado un desarrollo sustentable. Sobre todo, superar la economía de hidrocarburos significa una renovada cooperación Sur-Sur en la ausencia del apoyo debido del Norte. 

El extractivismo ha beneficiado a México durante miles de años, pero con un alto costo al medio ambiente y los humanos involucrados. Durante su edad de oro, el petróleo financió un Milagro Mexicano y la creación de una riqueza parcialmente compartida por primera vez. Pero las realidades actuales de la crisis climática amenazan como nunca antes las vidas inmediatas de los mexicanos. Que este derrame de petróleo sea rápidamente limpiado por los responsables, y que sea el último frente una necesaria transición a la economía renovable. 

 

Imagen: Our Wrold in Data