La soberanía, ¿un concepto anticuado?

La soberanía es un concepto que divide de manera importante la discusión sobre las políticas económicas que un país debe seguir. En el caso mexicano, es la soberanía en dos industrias, alimentos y energía, lo que ha sido parte del programa de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador. Industrias claves, estratégicas y de las cuales, asegurar su suministro y bajo costo es tema de seguridad y estabilidad nacional. Los fundamentalistas del mercado dicen que el estado no debe intervenir jamás en los procesos de las industrias ya que el mercado por si solo arreglará todos los problemas que puedan presentarse. A pesar de esto hemos visto que en donde se aplica este fundamentalismo hay cada vez más protestas y descontento social. Lo hemos visto en diversos países, siendo el caso ejemplar Sri Lanka, cuyo gobierno colapsó al no poder asegurar el abasto de alimentos. 

Parecería entonces de sentido común que fuera de interés de los gobiernos mantener el acceso a los bienes de dichas industrias. Sin embargo encontramos una férrea oposición a cualquier intervención de parte del gobierno mexicano (a través de subsidios o de empresas estatales) en estas industrias. Cómo ya lo he explicado en anteriores columnas, la lógica de mercado no aplica en estas industrias debido a que sus bienes/servicios son necesarios para vivir o para tener acceso a una vida digna. 

Pero, ¿por qué se rehúsan a ver la realidad y entender que es necesario, para mantener la estabilidad de los países, que los gobiernos tengan injerencia directa en dichas industrias? ¿Acaso es que quieren que las sociedades del mundo sufran derivado de estas políticas? No, lo que veo yo es una incapacidad de ver el mundo actual, de poder comprender los cambios que ha sufrido el orden mundial y una añoranza a las épocas en dónde había un Estados Unidos dominante en un mundo unipolar (1990-2015). 

El modelo económico de la globalización dependía en gran medida de la capacidad de USA de imponer su modelo económico y social. Esto fue posible en un mundo dónde no tenía ningún rival económico ni con capacidad productiva que fuera significativa. Así, el equilibrio se mantenía, algunos países se enfocaron en materias primas e insumos esenciales, que si bien no son “sofisticados” siguen siendo absolutamente necesarios. 

En especial, vemos el caso de la economía Rusa, dependiente de las exportaciones de energéticos y la economía Europea que depende de las importaciones de dichos energéticos. Hasta recientemente, Europa podía estar segura que tendría acceso a los energéticos, a pesar de diversas advertencias de muchos lados  sobre el peligro de depender de potencias extranjeras en industrias estratégicas. 

Ahora vemos un mundo muy diferente, los bloques económicos se están realineando, USA y Europa cedieron su capacidad industrial y cadenas de valor a China. El conflicto en Ucrania ha dejado al descubierto la necesidad de Europa de retomar su “soberanía energética”. Para esto crearon el plan RePower EU porque ya entendieron que depender de una potencia extranjera no es bueno para la economía ni para su democracia interna. USA, de la mano de la secretaria de energía Granholm ha promovido sus políticas como aquellas que aumentarán su “Independencia Energética”, e inclusive, una de las figuras principales de la oposición en México reconoce que la discusión en Europa es como aumentar su soberanía energética. Esto es por nombrar algunos ejemplos pero recientemente, Noruega emitió un comunicado para “asegurar que la potencia hidroeléctrica sea para beneficio de los Noruegos” poniendo en jaque a los habitantes del Reino Unido. 

Vemos en todo el mundo políticas de autosuficiencia y soberanía en estas dos industrias, una sencilla búsqueda en Google podrá darnos diversos ejemplos. Aquellos que no ven que el mundo ha cambiado estarán destinados a vivir las consecuencias de querer vivir en un modelo que depende de la buena voluntad de todos los participantes en un mundo en donde la buena voluntad se ha terminado. Cada vez veremos un mundo más complicado y en donde las regiones/países buscarán cada vez más el bienestar de su población por encima de los demás. México no puede darse el lujo de quedarse añorando un orden mundial que ya no existe y debe reacomodar sus intereses para garantizar que su población tenga alimento y energía suficiente.