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  • 04 Jan 2023
  • 17:01
  • SPR Informa 6 min

Juventudes Chilangas Transformadoras

Juventudes Chilangas Transformadoras

Por Daniela Dávila

Durante esta semana, se llevó a cabo el evento “La Ciudad es nuestra: Juventudes Chilangas Transformadoras”, el cual estaba dirigido a jóvenes obradoristas que tuvieran el interés de escuchar y dialogar sobre los diferentes derechos que hoy tenemos en nuestra Ciudad. Durante las mesas, también se invitó a reflexionar sobre los posibles derechos que aún nos faltan conquistar.

Vivimos en una Ciudad que se caracteriza por ser innovadora y de derechos, pero a pesar de ello, es importante atender este tipo de oportunidades en las que podemos reconocer el camino que hemos recorrido en todas nuestras luchas para identificar las necesidades que no se han cubierto aún por completo. Recibí la invitación de formar parte de unos de los paneles para hablar de los derechos políticos de las mujeres y me gustaría abordar la experiencia que este encuentro me dejó.

En primer lugar, al hablar de derechos, debemos también hablar de la historia que nos llevó a ellos. En nuestro país, el movimiento sufragista se dió después de la Revolución Mexicana, en donde las Adelitas tuvieron una enorme participación. Con ellas, las mujeres iniciaron su participación social, pues se les permitió integrarse a la guerra y, gracias a ello, politizarse. Sin embargo, dicha participación estaba obstaculizada pues, a pesar de haber sido parte del movimiento que permitió un país más democrático, ellas seguían sin poder tener derecho al voto.

Elvira Carrillo Puerto fue una de las principales luchadoras de este derecho. Formó parte de las rebeliones yucatecas contra el gobierno de Díaz e integrante del Partido Socialista Obrero de Yucatán. En cada espacio que tenía, se aseguraba de poner sobre la mesa la importancia de que las mujeres pudieran también tener acceso al voto. Por ello, cuando su hermano, Felipe Carrillo Puerto, ganó la gubernatura de Yucatán en 1922, ella incidió para que se legalizara la ciudadanía de las mujeres. Después de eso, otros estados del país hicieron lo mismo, pero el voto otorgado era restringido pues las mujeres podían votar si tenían más de 30 años de edad, educación básica, una moral intachable y estar exentas del clero y la religión. 

La organización de las mujeres fue pieza clave. Como ejemplo está el Frente Único Pro Derechos de la Mujer, que surgió en 1935 para luchar no solo por el voto femenino, sino también por otros temas de alta relevancia como las guarderías y la extensión de la alfabetización. Gracias a ellas y a las mujeres como Elvira, que desde sus cargos públicos exigieron este derecho, el 17 de octubre de 1953 se legalizó el voto a las mujeres mexicanas. 

Hoy no solo podemos votar, sino que también tenemos derecho a ser electas y, en general, a formar parte de la vida pública de nuestro país. Sin embargo, debemos reconocer que aunque hemos conquistado esos derechos, no podemos ejercerlos con la misma libertad que nuestros compañeros hombres pues nosotras nos enfrentamos a obstáculos que continúan frenando nuestra participación. Para corregir estas desigualdades, se han implementado las cuotas de género, a las que no debemos tenerles miedo, pues son acciones afirmativas que buscan la igualdad de resultados y así, garantizar la inclusión de un porcentaje de mujeres en diferentes actividades. Es importante también, que las autoridades electorales se asuman como nuestras aliadas pues son ellas quienes tienen la responsabilidad de garantizar que todas y todos tengamos un piso parejo, que permita la igualdad de oportunidades en materia de derechos políticos.

Nuestras antepasadas hicieron un gran trabajo para que nosotras tuviéramos en papel los derechos que ellas no tuvieron. Por ello, lo que hoy nos toca hacer es continuar la lucha organizada al no ceder ni un metro cuadrado del terreno conquistado. Debemos estar activas y participar. Nuestra presencia pública no solo es importante, sino necesaria pues cada asiento que ocupamos es una victoria para nosotras y para quienes no pudieron vernos ocupándolos, lo que me parece es la esencia de la transformación que vivimos. 

El encuentro y el diálogo también son formas de politizar e incentivar la participación, por lo que debemos agradecer y reconocer encuentros como los que organizó Morena Ciudad de México para sus juventudes, pues no solo nos congregan, sino que también nos otorgan espacios para organizarnos y no soltar las luchas que seguimos luchando años después de sus inicios. La Ciudad de México debe seguir transformándose y construyéndose a base de derechos y las juventudes tenemos que asumir la responsabilidad de hacer que eso suceda al continuar presentes en el lado correcto de la historia.