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  • 15 May 2022
  • 20:05
  • SPR Informa 6 min

La mentira, el parque de las voces y plumas que son arma.

La mentira, el parque de las voces y plumas que son arma.

Por Juan Becerra Acosta

Decir, publicar, transmitir algo que no es verdad y con ello engañar, es mentir, y también algo que, después de haberse cancelado la cancha de las empresas factureras, ha ocupado el lugar de “deporte nacional” de la oposición y sus aliados. Los mexicanos somos bombardeados diariamente, a través de periódicos, televisión, radio, redes sociales y mensajes que llegan a nuestros teléfonos en “chats de tías”, con mentiras que advierten sobre supuestos levantones, reelecciones presidenciales, apagones masivos, trifulcas, el peligro que representa el proselitismo comunista que traen a México esclavos cubanos disfrazados de médicos, y un sin fin de barbaridades mezcladas con tergiversaciones, suposiciones, investigaciones que no lo son y editoriales que tras la indignación sobre una “noticia” esconden su verdadera causa, una que responde, exclusivamente, al fin de una época de privilegios para un cuarto poder coludido con poderes políticos económicos y criminales.

¿Quién cree las mentiras?, ¿quién, en su sano juicio, puede dar por auténtica una investigación que carece del mínimo rigor periodístico?, quién toma en serio a un actor de comedia, de esa que es predecible y que no sale del lugar común, ni su emisor de una burbuja pseudoglamorosa que señala sin veracidad, mientras lee el prompter, una supuesta devastación escocida, que no existe, en la zona donde, para generar desarrollo y bienestar -y olvidada históricamente, se construye el tren maya. Lamentablemente son muchas las personas que caen en la desinformación, en el engaño, en la manipulación de las consciencias… ¿porqué?

Hay que entender que la noticia falsa es el síntoma de un propósito que va mucho más allá de engañar por engañar, busca hacer daño a una persona o a una causa. Mientras más creíble más letal es, y por ello se construye una operación por demás sofisticada para intentar dar credibilidad a un hecho, no importa qué tan inverosímil pueda ser; para lograrlo se golpea donde más le duele a la víctima, por ejemplo: el caso de la información falsa y maliciosa difundida sobre un supuesto conflicto de interés entre el hijo del presidente López obrador y una empresa estadounidense que tiene contratos con Pemex, una estrategia de comunicación, aquella, que golpeó con falsedades a quien encabeza un cambio que parte de la lucha y erradicación a la corrupción.

Las noticias falsas apelan a las emociones, sobre todo a las negativas como el miedo, la indignación, el asco o la tristeza; cuando una noticia produce emociones -no importa el tipo- es más fácil creerla. En un país como el nuestro, en el que los ciudadanos tenemos claro que durante demasiado tiempo fuimos saqueados por una clase política que cometió todo tipo de abusos y ejerció el cargo público para beneficiarse, no para gobernar, ya no estamos dispuestos a permitir de nuevo esas conductas opresivas y excesivas, por ello una narrativa que pueda sugerir cualquier tipo de tropelía por parte del gobierno, o sus representantes, causa heridas nuevas sobre cicatrices viejas, y eso es algo que la oposición sabe, así como también que son especialistas en manipular, finalmente llevan dos mil años evangelizando bajo los mismos preceptos y con la misma técnica: infundir miedo, culpa, y odio escondido bajo el discurso de un aparente amor, y la promesa de un paraíso que, aseguran, existe y les pertenece, aunque carezcan de cualquier evidencia para demostrarlo.

Es más sencillo estar rodeados de mentiras que nos gustaría creer, que de verdades que no queremos escuchar, por ello si el contenido de la mentira beneficia a los intereses de quien la lee es altamente probable que sea creída, por ello se crean distintas estrategias mediáticas, como el sabadazo de la infodemia, a través del cual los viernes se suele soltar un golpe desinformativo cuyo desmentido oficial, generalmente, se da hasta el lunes siguiente durante la mañanera, momento para el cual ya hay daño, porque aunque se desmienta, son muchos quienes se quedan con la noticia falsa, una que conviene a los intereses de unos pocos, y a los que otros muchos creen que son los suyos, aunque no lo sean, algo que se da, precisamente, debido a la infodemia y la manipulación de consciencias que ocasiona el apelar a las filias y fobias que, como el fanatismo, nublan la razón.

Queda claro que existe un embate que busca desestabilizar la transformación que vive el país, empresarios que se quedaron sin contratos leoninos y que hoy tienen que pagar impuestos, después de décadas de condonaciones, se unen con sus amigos de hoy y siempre: partidos políticos, ex presidentes, intelectuales de esos que le mandaban cartas a sus amigos presidentes para pedirles adelantos monetarios por trabajos que poco aportaban a la sociedad, y medios de comunicación que forman parte de los mismos grupos empresariales y que, además, se vieron afectados ante la disminución del ochenta por ciento del gasto de una publicidad gubernamental que no servía para nada.

Estos grupos de interés, cuyos voceros son la “opinología ilustrada”, o los “siempre abajo firmantes” -como usted, estimado lector, prefiera llamarlos-, tienen un objetivo que los une: debilitar al actual gobierno, para ello utilizan tácticas no violentas de desestabilización cuyo blanco principal es una población que buscan ablandar. Desde que inició el sexenio actual una de las herramientas para alcanzar su propósito es la desinformación, algo que utilizan como arma para dar un golpe blando, ese que no lleva la violencia física a las calles para arrebatar el poder, pero que se vale -además de el “lawfare”- de los medios de comunicación hegemónicos que reclutan mercenarios cuya arma son la voz y la pluma, y su parque la mentira.

Que no le tomen el pelo, no permita que sus simpatías políticas, sean las que sean, lo alejen de la realidad; hágale caso a López-Gatell, ¿ya ve?, sí lo vacunaron; el dólar no subió las nubes; no hay gasolinazos ni somos Venezuela. Por más que una verdad sea algo que no quiera escuchar, no caiga en mentiras que quiera creer, recuerde que el periodismo tiene como elemento indispensable la verdad, por eso existe rigor a la hora de hacer investigaciones. Los hechos y sus datos deben corroborarse una y otra vez con: una, dos, tres, y las fuentes que sean necesarias, hasta que la información sea irrefutable; cuando ello no sucede, y la información y su manejo son con tintes politiqueros o económicosm entonces estamos hablando de mercenarismo mediático, no de periodismo.